jueves, 30 de julio de 2015

! YACHAY !





Yachay, es un vocablo kichwa que significa conocimiento. Y así bautizaron a una ciudad planificada desde cero, para que allí funcione la Universidad Tech dedicada a la “innovación tecnológica y negocios intensivos en conocimiento, donde se combinan las mejores ideas, talento humano e infraestructura de punta, que generan las aplicaciones científicas de nivel mundial necesarias para alcanzar el buen vivir” y lograr así el ya famoso cambio de la matriz productiva. Se la inauguró el 1 de abril del 2014 con 187 estudiantes altamente calificados como los más brillantes y que hubiesen alcanzado 850 puntos en el examen de educación superior. El impulsor más visible de este sueño es René Ramírez Gallegos, ahora Secretario de Educación Superior, personaje poco dado al dialogo y especializado en monólogos y disertaciones apoyadas en el inefable PowerPoint. Es considerado una suerte de dios, o una eminencia en esto de la revolución educación del siglo 21.

Yachay se construye en 680 hectáreas, y hasta el 2017 el presupuesto asignado es de 1.043 millones de dólares. Primero lo primero y es así que se utilizaron mas de 100 millones en la expropiación de 105 propiedades. Lugar, clima y ubicación privilegiados. Mínimos detalles estudiados. Viajes a Corea y con Correa para santificar una promesa de primer nivel.   

Actualmente hay 620 alumnos, atendidos por 185 empleados y docentes, cuyo rol asciende al medio millón de dólares mensuales. La Universidad está regentada por una Comisión Gestora  conformada por 4 miembros académicos; Joh Ares Rosakis, Guruswami Ravichandran, José Andrade y Fernando Albericio. Cada uno de estos funcionarios ganan 16.300 dólares mensuales, aunque el Gobierno sigue cacareando que nadie debe ganar más de los 8.000 que le corresponde al Primer Mandatario. Hasta ahí la luna de miel. De pronto Fernando Albericio, PhD en Química Orgánica por la Universidad de Barcelona, ciudadano español de 62 años de edad, que desde hace 4 meses ejercía como Rector es despedido a pesar de ser el único miembro de la Comisión que residía en Ibarra y estaba al pie del cañón. Los otros viven en California donde tienen otros trabajos con los cuales redondean un ingreso de medio millón de dólares anuales. Vienen tres o cuatro veces al año, sesionan vía Internet, y cuando vienen cobran viáticos de 300 dólares diarios más los correspondientes pasajes. No se sabe si viajan en asientos de clase turística, o a lo Carlos Marx.

Es así como Albericio se rebela y revela irregularidades en la gestión de la Universidad, de las cuales él hacía parte. No se trata de corrupción, dice, sino de irregularidades entre las cuales la tendencia a causar gastos excesivos e innecesarios. Cuenta, además que sus colaboradores más cercanos han recibido amenazas de muerte por soltar la lengua. Nos afirma que los estudiantes siendo muy inteligentes no tienen bases suficientes en matemáticas ni comprensión oral y que por tanto se ha debido hacer cambios en las siete carreras universitarias disminuyendo asignaturas ya que todo se fue haciendo muy a la carrera.

Albericio nos dice que su desavenencia con los otros tres miembros del Comité viene porque él cree que no se de debe propender al gasto dadas las actuales condiciones económicas del país, y que se tiende a contratar consultorías internacionales. Por ejemplo se pretendió pagar 450.000 usa. para analizar los doctorados que se necesitan en Ecuador, o que se debió ser más cuidadoso con un contrato que se hizo pagando 700.000 a un cazador de talentos para buscar lo que “ellos llaman autoridades”, y que esto obliga a gastar mucho en la logística donde los posibles candidatos vienen con sus esposas desde cualquier parte del mundo.
 
Nos cuenta que La Junta, o Comité,  siempre opta por las soluciones costosas como cuando los otros miembros  querían pagar UN MILLÓN de dólares a Carnige Mellon, un centro de investigación en EEUU, para enviar a 5 estudiantes para prepararlos. Albericio cree que hay demasiadas consultorías en Ecuador, y yo creo que bajo esta modalidad se esconde realmente el fondo del problema, porque las auditorias se ha vuelto una forma muy común para sacarle dinero al Estado. Y esta si es una buena razón para que los sempladinos se irriten.  y que haya incluso quienes estén dispuestos a amenazar de muerte a los disidentes. Semplades, es a mi criterio, el matorral de las consultorías que se llenan de Phds y se introducen bajo esos honoris causa y esas capas de vivos colores y birretes adefesiosos,  para incorporarse a esa nueva clase social o casta internacional. 

La semana pasada, usando el twitter, critiqué la pedantería o metrosexualidad  académica de la que hicieron gala Pavel Muñoz y  Fander Falconí en un foro en el participaron junto a Alberto Dahik y Walter  Spurrier. El argumento de los panelistas que representan a la Revolución Ciudadana , respecto a las criticas que recibieron por los excesivos gastos del Estado, fue simple. No se puede recortar ni en educación, salud ni  seguridad, ni publicidad agrego yo. Al parecer lo que se le ha salido de las manos a este gobierno son la falta de humildad y la falta de austeridad. Están gobernando como “iluminados” y es así como un proyecto emblemático y noble como lo es Yachay, al cabo de su primer año ya está mostrando grandes fisuras y creando un agujero negro difícil de tapar. Tarde o temprano terminará el mandato de Correa, por las buenas o por las malas, pero quedará su herencia exenta de impuestos; un gasto burocrático genético y un grupo de tecnócratas que se instalaran en el poder por siempre y amén.     




sábado, 25 de julio de 2015

LA REELECCIÓN PRESIDENCIAL





Rafael Correa tiene 52 años de edad. Luce vigoroso y  fuerte exhibiendo un don de ubicuidad sobrenatural. Amén de su antiguo problema de la rodilla que parece haber sido superado, no se conoce de ninguna otra dolencia física, ni una gripe siquiera, durante los ya 8 y más años de enorme trajín. Ni la garganta se le inflama de tanto hablar. Se supone que si tiene un médico de cabecera, cubano o no, que todo gobernante lo tiene por el mismo protocolo de la seguridad. Pero es lógico suponer que conforme prolongue indefinidamente su mandato algún día se enfermará o estará impedido de ejercer a plenitud. Cabe, además, recordar que los dos presidentes que gobernaron Ecuador por más de 10 años, terminaron asesinados. Ocho años como periodo presidencial, bajo la fórmula actual norteamericana, me parece prudente y adecuado. Todo lo que sobrepase es exagerado y en mayor número de veces termina mal.

Hugo Chávez ejerció intensamente el poder durante de 14 años, y fue una gran irresponsabilidad de su parte presentarse a su última  reelección a sabiendas de que padecía de cáncer terminal. Su última reelección fue un acto deshonesto y constituyó un engaño electoral  fríamente organizado. Fue reelecto 7 de octubre de 2012 y murió,  a los 59 años de edad, apenas seis meses después.  John Kennedy murió a los 46 años y está por demás decir que si no hubiese pretendido ser reelecto, no se hubiese producido el atentado que le cegó la vida.

Eso en cuanto a la salud física propiamente dicha, pero  hay enfermedades que no son de fácil diagnostico por sus manifestaciones clínicas que se puedan demostrar con exámenes de laboratorio y con incluso índices objetivos de medición. Otras no, entre las cuales las enfermedades emocionales o fallos cerebrales que impiden un correcto ejercicio del PODER (así con mayúscula).  Nadie se atrevió a hacer un examen psiquiátrico a Abdala Bucaram Ortíz, auto calificado como “el loco que ama”.  Sin embargo fue destituido por “loco” y creo que tampoco se sabe si usaba estimulantes de algún tipo que hagan explicables ciertas manifestaciones extrañas o no convencionales que eran observadas durante su ejercicio de la dignidad y que dieron paso a esa destitución inusual que rompió la estabilidad política de la que veníamos gozando.

 Tampoco nadie se preocupó de hacer una examen de salud de Jamil Mahuad, cuyos períodos de depresión lo obligaban a encerrarse en un jacuzzi y hacer consultas astrales y esotéricas. Sufría de depresiones profundas durante las cuales se aísla a los Freddy Ehlers, el ministro de la felicidad. La impuntualidad de Jamil era extrema y había indicios ciertos de que algo no andaba bien con su salud emocional. Tuvo un incidente vascular que en cierta manera hacía obligatoria de una revisión médica pública para optar a la elección. Cuando eso sucedió Jamil tenía apenas 42 años de edad. Un año después estaba a cargo de la Presidencia y tuvo que afrontar temas tan complejos como la firma de paz con el Perú, y un desajuste financiero muy difícil de controlar.  Jamil no estaba apto  físicamente para ejercer las funciones de Presidente de la República en el momento que le tocó, y el país entero debió pagar las consecuencias. Pensar que Jamil o Abdalá hubiesen tenido abiertas las puertas para un reelección indefinida estremece.

Hybris es una término griego que se usa clínicamente ya que hace alusión al vértigo de poder que hace actuar desmesuradamente a quien desarrolla un exceso de confianza en  sí mismo de manera muy exagerada o prepotente, de tal manera que entra en acciones imprudentes. El ego se inflama y tiende a pensar que sólo él tiene la razón. Se ha estudiado bastante, en el tema de la invasión de Irak, si Bush y Blair se auto reforzaron en su convencimiento de la necesidad de la invasión, más por hybris  que por argumentos respecto a que si había o no armas de destrucción masiva. Esta ficción de que sí las había resultó no ser importante sino para obtener aprobación política, porque en ningún momento los dos líderes mundiales había trazado planes sobre que hacer el día después de Saddam Hussein. Las consecuencias mundiales de esta acción han sido brutales. Al ejercer el poder las personas tienden a desorientarse y a crear sus realidades alejados de la prudencia y de las consecuencias que podrían sucederse desarrollando esto que se llama la enfermedad del poder o hybris. Una razón muy válida y suficiente como para evitar que constitucionalmente se acepte la reelección indefinida, sea la de Correa o la de cualquier otro ciudadano.

El síndrome de hybris  toma fuerza y peligrosidad conforme se alarga el período de ejercicio del poder. Estoy seguro que este síndrome causa enormes estragos también en los empresarios que amasan dinero rápidamente, que se habitúan a actuar con excesiva confianza en el manejo de sus asuntos, lo cual afecta muchas veces a todo el país. Hubo y hay empresarios y banqueros con hybris que sin ser malas personas se atolondraron con su poder y desdibujan y empañan las bondades del sistema capitalista cuya mejor virtud es liberar las energías de la creatividad a cambio de una recompensa económica. Pero en esos casos existe, aunque sea en teoría, el Estado para refrenar los abusos contra el bien común. En caso de la Presidencia de la República el alargar indefinidamente su período no hace otra cosa que exponer más los riesgos respecto a la salud física y la mental (hybris) de quien se siente embelesado por esa embriaguez que causa el manejo del poder.

Debate de si la reelección indefinida debe o no permitirse no se va a dar. Hay quienes pensamos que Correa ya dio lo que podía dar,  y que, además, es peligrosa dada la naturaleza y las limitaciones humanas. En mi opinión Correa  sufre ya el síndrome de hybris y brota semanalmente  a flor de piel. Se gobierna con audacia y con mucha temeridad y con  muestras de un YO sin humildad. Y sin humildad ni mesura no hay forma de que ninguna aventura termine bien.