viernes, 21 de junio de 2013

CARTA A JAIME




Jaime;

Soy un guayaquileño ya fatigado de tanto serlo. Más que cansado, soy un guayaquileño ya sin sueños. Cuarenta y cinco años radicado en este gran poblado y luchando con la pluma por y para soñar, porque si uno no sueña, prácticamente ha muerto. He sido activista combativo con la pluma y me entrometí en los quehaceres cívicos desde todos los ángulos posibles. Desde la Cámara de Comercio en 1.982 inicié una tarea cívica larga y sostenida. Logré como novato desesperado que se ubicaran 500 rústicos maceteros al cuidado de cada comerciante ubicado a lo largo de lo que en ese entonces se llamaba Boulevard 9 de Octubre. Abdalá llego a la alcaldía y los mandó a botar en alguna parte. Ya los jóvenes no se recuerdan, y de nada sirve  traer a tiempo presente la cantidad de vicisitudes que anduvimos desde la Operación Guayaquil Protesta, que culminó políticamente con el desfile del yucazo, cuando te fotografiaron dando la señal del tubérculo a la caravana que la presidía Rodrigo Borja una vez que decidió por la fuerza pública tomarse la Avenida 9 de Octubre, un 9 de octubre.  Me involucré en la Cámara de Industrias donde tuve la sensación de lo cívico se confunde con lo gremial, sin darse cuenta que el gremio vive y se desarrolla en una ciudad.

Fui uno de los inspiradores y fundadores de la Junta Cívica, cuyo activismo se derritió al calor de las llamadas Fundaciones y  de las simples coyunturas. La mejor gesta que tuvo la Junta Cívica fue la proclama de Puerto Lucía, cuando nadie se imaginaba que Santa Elena se iba desmembrar a causa del mismo centralismo que Guayas proclamaba como enemigo de su propio desarrollo. En esa agenda de hace 20 años se traza una hoja de ruta que iba desde el puerto de aguas profundas, el dragado del Guayas, el aeropuerto intercontinental   y el impedir que la zona norte fuese bloqueada  por invasiones porque esa era su salida natural al mar y el espacio de reserva para un desarrollo urbanístico que ya se deslumbraba iría a Samborondón, donde tu actualmente vives una vez que abandonaste ese barrio tan cariñoso como bello que es el Barrio Centenario. El primero en ser regenerado hace 1o años ya.  Samborondón resultó un disparate urbanístico con complicidad de los “miamiquileños” que se acostumbraron a la arquitectura de la Florida, pero sin la prevención para reservar espacios como para darse a sí mismos accesos vehiculares. Urbanizaciones tipo jaula de oro. Burbujas dentro de burbujas. Un “yo” o por encima del “nosotros”. Un bien común muy pequeñito, diría yo que ha desguayaquileñizado a este otrora Puerto Principal

Propuse públicamente la candidatura de León para que se lance a la alcaldía. Fui su concejal durante ochos años. Trabajé silenciosamente y mi trabajo fue construir ordenanzas simplificadoras bajo el concepto de hacer del Municipio un amigo y no un laberinto inexpugnable de trámites. Escribí, escribí y escribí porque eso me place. Renuncié, como concejal, a viáticos y prebendas. Siendo un ejecutivo empresarial, cosa que me pesa como lastre al hacer el inventario de mi vida, buscaba soluciones cívicas y poéticas para una ciudad cuyo clima nunca deja de ser hostil para quienes la habitan. Guayaquil es cálida para el alma y poco importa que lo sea para el cuerpo.  Jaime, se que a ti no te gustan los plumíferos porque consideras que perdemos el tiempo. Tu eres de obras; ahí está el aeropuerto, la terminal terrestre, el Registro Civil, la regeneración urbana, la Metrovía y muchas cosas más. ¿Pero sin plumíferos acaso una ciudad vive?  ¿O quieres un país a lo Correa lleno de coreógrafos pero sin almas libres para decir cuanto quieran? En las urnas triunfaran las obras en cemento, los adoquines y los casas de los cerros pintadas de celeste, verdoso o rosado, pero estas viven, se anhelan, se inspiran en los poetas que joden con sus letras.

León nos hizo soñar con un Guayaquil mejor. Tomaste la posta y aportaste  con esmero sobresaliente durante los primeros años. Luego de a poco todo comenzó a sentirse cansina la tarea. La burocracia se instaló en el Palacio Municipal. Convocaste a marchas desafiantes y ahí estuvimos con el puño cerrado dando respaldo. Las autonomías al andar se destornillaron. Había que volver a trasmitir sueños a una generación nueva que ha caído rendida a los pies de Correa, sin darse cuenta que para él Guayaquil no cuenta sino como territorio político y electoral.  Vive en el avión ambulante del poder total. Él no tiene porqué ser un urbanista, pero el Alcalde sí tiene que serlo por intermedio de los mejores directores municipales que puedan contratarse. El equipo de trabajo actual está desgastado. No aportan con poemas que encandelillen a los nuevos votantes que posiblemente se sienten ya despojados de la herencia que yo creía habíamos dejado sembrada en cuando a  eso de soñar y soñar.

Escribo desde mi ocaso pero escribo porque sueño. Mi Guayaquil ha quedado en los recuerdos. Una inmensa foto del Malecón 2.000 es mi ventana del ayer, y la veo congelada desde esta cárcel donde permanezco encerrado en una mole de edificios, empresariales se llaman, donde la avidez por el dinero lo ha convertido en un hacinamiento urbano, porque no ha habido funcionario municipal alguno que haga normas de construcción para obligar los espacios de parqueos suficientes y los accesos para  aliviar la congestión  al tránsito que tarde o tendrá se tapona.  Desarrollo y modernidad sí. Pero sentido común también.

Algo anda mal, estimado Jaime , porque lo que los urbanistas municipales llaman desarrollo está en manos de unos cuantos constructores y empresarios VIP que se pelean por ubicar sus centros comerciales uno encima de otro. ¿Y después no entienden porqué el tráfico se bloquea?  Los atascamientos son inevitables en las ciudades actuales, pero por eso mismo la previsión y las medidas preventivas tienen que multiplicarse para no llegar a tener que anular pasos a desnivel construidos desde el tiempo de León. Estamos remendando en la desesperación por encontrar salida de un salsipuedes construidos por la incapacidad o imposibilidad de planificar la urbe.

Por ahora no sigo, mi estimado Jaime. Este es un prólogo, aunque para ti debe ser ya una señal de alarma respecto a lo que sucederá en el próximo mes de febrero cuando vayamos a las urnas, pero ya sin sueños. Los votantes no viven de ayeres sino de sueños, y para eso estamos los plumíferos que lastimosamente desprecias, como todos los que asumen el poder. ¡Es inevitable, al parecer!

4 comentarios:

  1. Dtr Raad:
    Cuando ley su libro "Al Desnudo" pude darme cuenta de su fuerza literaria, pero vi algo mas.. vi su fuerza interior,estimado Dtr Raad. !Ud!es el autentico Guerrero Guayaquileño, el que no necesita rasgarse las vestiduras en un mitin cualquiera, para mostrarse desafiante y bravío en un alarde de heroísmo facilón. Ud, no esta hecho de madera, Ud es el guerrero de las sombras,el que trabaja por un sueño.Pero lo hace sin animo de aparentar, su animo es el de ayudar no el de presumir,Ud deja gravados los sentimientos, la lealtad y la deslealtad con la ley de la pluma para que quede constancia de ellos en la posteridad: Que sean las letras las que guarden celosamente los hechos acontecidos en bien de la memoria histórica, Mantenga Dtr, esa actitud crítica que tanto hace temblar los pedestales de los Soberbios. y siga sembrando el sentimiento y el orgullo por su Ciudad y su Patria.
    Se define cansado, y no lo dudo pero su cansancio por lo que puede apreciarse, solo es físico Dtr. Su mente y su corazón siguen latiendo con fuerza,cuando de luchar por el bien común se trate,se sigue enardeciendo con las injusticias,con lo mal hecho y con la parsimonia del eterno mandatario necesitado de constantes abrazos y parabienes para alimentar su alma. Los Alcaldes al igual que cualquier Gobernante son prescindibles, la pluma y la critica son necesariamente obligatorias.
    Un afectuoso saludo
    S.S.S.
    Roberto Lacasta Alda

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  2. Nunca decepciona! Siempre leerte es un viaje de regreso a la realidad que pasa desapercibida para ojos que no tiene la sapienza de los tuyos. Un fuerte abrazo!!

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  3. Cuando un caballero orgulloso de ser guayaquileño, y soñador de mejores dias para su ciudad y la patria, como escribe el amigo Rad, los gobernantes de turno, deben escuchar y atender las alarmas de incendio de decepcion y aburrimiento del ciudadano con respecto al manejo y proyección urbanistica de nuestra ciudad; es verdad que estabamos orgullosos de un Guayaquil moderno pujante que día a día se lo veia más bello, pero ese encanto se a transformado en desencanto, nuestro alcalde a realizado buenas obras para la ciudad, pero quienes estan en su entorno de planificación han perdido el horizonte y estan perdidos en la ausencia de sentido común, seran los culpables de la respuesta negativa en las proximas elecciones para burgomaestre de Guayaqui, no es justo que un ciudadano que incio una historia de progreso tenga que marcharse sin pena ni gloria por una derrota en la urnas conferida por este mismo pueblo que siempre acudio a su llamado, al que lo a liderado desde que León dejo el sillon de Olmedo, las rectificaciones deben darse, las reprogramaciones deben hacerse por el bien de esta ciudad que no debe caer en el clientelismo electoral, convirtiendose en esclavo de sus erradas desiciones. Por un Guayaquil libre de las pasiones políticas y electoreras, independiente, pujante y solidario.

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