domingo, 18 de agosto de 2013

CARTA A RAFAEL CORREA



No me dirijo al Presidente de la República. Me dirijo al ecuatoriano común que tiene un encargo que cumplir por un mandato ciudadano en un momento  histórico determinado.

Me ha tocado la extraña suerte, sin ser cabildero, de haber estrechado la mano de muchos de los presidentes o jefes de Estado que se han sucedido en este país. A usted se la estreché cuando era un reciente candidato y acudió a una reunión de los jueves con los denominados “autonomistas” en el restaurante BonPain. Su locuacidad convenció a la mayoría de los presentes. En buena parte porque, además, el candidato opositor, Alvarito, es un tanto negado en el don de la palabra y rehuía a reuniones como éstas.

Usted se manifestó pro autonómico y se identificó con nuestras propuestas porque quedó en claro que no tenían dejo separatistas y se concentraban en lograr una efectiva equidad y proporcionalidad en la redistribución del presupuesto nacional, considerando la densidad regional y con fundamento en los índices de pobreza establecidos en base de los Censos Nacionales.  Este fenómeno se atribuía al fuerte sistema presidencialista que hemos heredado desde el tiempo de la colonia, multiplicado por el activismo burocrático en beneficio de su lugar de residencia.

Hoy, en su gobierno, los municipios han sido mutilados por la cantidad de ministerios que operan en cada área y porque, con su accionar directo, usted los aplasta por la inmensidad del presupuesto que maneja y por su especial esmero como capataz de cada programa. No hay mínimas autonomías seccionales  para entes que se conforman mediante elecciones, lo cual es una burla a la institucionalidad que las regiones merecen.

Sus costosos Gabinetes Itinerantes, más la habilidad política de su Secretaría de Comunicación, han diluido la sensación de inequidad regional y su Gobierno se ha dado el lujo de inaugurar edificaciones públicas muy mejoradas a lo largo y ancho del país. Parecen catedrales y templos construido para engrandecer al Estado, nueva religión vigente, de la cual usted se asemeja a Jesús o Mahoma, guardando las distancias. La buena vialidad es otro factor que ha dado especial brillo a sus ya seis años en el ejercicio de un Mandato que está rompiendo récords históricos en cuanto a concentración personal de poder y a estabilidad política. Todo esto apoyado en una moneda extranjera y en momentos comerciales muy favorable en el contexto internacional, sin quitar sus muchos aciertos en cuanto a decisiones que permitieron fluir dinero hacia adentro y crear un ambiente de crecimiento, no por productividad, sino por consecuente celeridad en la demanda al recibir más liquidez por parte del Estado. Fácil entra, fácil sale, es la regla en el manejo de los gastos públicos y privados. Es inevitable porque en la economía entra en juego la naturaleza humana.

Su padre debe ser de mi misma generación. Nací durante la invasión peruana. Viví y me educaron con eso  de “Tumbes, Marañón o la guerra”. He visto los cambios que el Ecuador ha experimentado. Lastimosamente su administración se ha caracterizado por despreciar a sus mayores y eso es un error y una ofensa para quienes pusimos nuestro grano de arena. Su Gobierno debería tener contacto y respeto con esa herencia y proyectarla a una modernidad para no caer en los que los hermanos Castro han dilatado como modelo, ahora agonizante. Oír es un arte y escuchar una sabiduría. Alejarse un tanto del grupo de sumisos colaboradores no deliberantes, que es la sensación que emana de su gabinete aterrado en no contradecirle. Así podrá ver mejor el bosque y eso, además, impide que las matas de cizaña devoren a los árboles o les impidan crecer con el esplendor debido. La ventaja de tener una prensa opositora es que ayuda a gobernar porque los colaboradores deben cuidarse de no cometer errores. Usted es honrado pero le aconsejo no poner la mano más allá de lo que suponga. Pero de ahí a silenciar a la prensa sistémicamente hay una profunda diferencia. Claro que hay prensa corrupta, pero no debe ser reemplazada con “no-prensa”. En resumen es en eso en lo que se convierte la prensa pública controlada al milímetros por aquéllos que, en lugar de controlar, deberían ser los controlados por la opinión pública. Debe haber mano dura con la triangulación de poderes que es donde suelen caer los empresarios de la comunicación y también los empresarios políticos.  Duro con ellos, pero los periodistas deben poder equivocarse si no existe mala fe o intereses personales, aunque sí deben y pueden tener sus propias preferencias políticas o doctrinarias afines o distintas a las suyas.

¿Que porqué le dirijo esta carta? Simplemente porque usted tiene dificultades para aceptar o considerar el punto de vista ajeno cuando esto le significa la pérdida de un ápice de su popularidad. Por esta vía electrónica usted no podrá verse afectado electoralmente,  pero tendrá la oportunidad de leer la opinión de un ciudadano que no pertenece a ese círculo de poder que orbita a su alrededor en forma de mini satélites o “pegasos”.  Ojalá Fernando Alvarado le haga leer estas palabras en un momento de serenidad, suya y de él, porque él también parece ya estar contaminado de ese veneno dulce que el poder inevitablemente inyecta. Era un hombre sencillo y ya no lo es. En comunicación no se puede ser dogmático. Debe saber que toda verdad tiene dos lados como la tienen las medallas o las monedas. El poder tiende a ser abusivo en el manejo de la palabra, sin que eso signifique que quien lo ejerce sea una mala persona, sino que en su caso, el temperamento le aísla muchas veces de la equidad de juicio. Y como cada sabatina tiene usted que predicar como evangelista, es una presa fácil de quien le documenta su agitada agenda. Usted es un buen Presidente, pero lo puede hacer mejor, mucho mejor. Mi obligación es recordárselo o al menos poder decirlo.

Es evidente que debe subir el precio del gas y de la gasolina. Pero es evidente desde hace mucho rato. Es un paso gigante anunciarlo pero realmente se debió ya iniciar un aumento gradual y muy paulatino para poder graduar el shock inflacionario y especulativo que, sea como sea, vendrá por el aumento de precios que generará en TODO el sistema económico, quiéralo o no. No es cuestión de pobres y de ricos. Es cuestión de que la economía funciona así. La opción contraria es la fórmula cubana; combatir el consumo incluso de productos vitales.

Dura decisión la suya la de traicionar principios verdes puros que le ayudaron en la recaudación de votos. Entiendo que se ha visto obligado a dar prioridad a la recaudación de papeles verdes. Lo del Yasuní duele en la conciencia de muchos ecuatorianos que quedamos fulgurados por la maravilla natural que sus publicistas e Ivonne Baki, desvelaron ante nosotros. Una pena, pero no comprendo su apuro y velocidad para imponer su criterio. Toda revolución es un proceso que triunfa si encuentra su propio equilibrio, y usted, explotando Yasuní, está ayudando a saltar etapas para beneficiar SU PRESIDENCIA. Finalmente, usted lo sabe, la decisión pesa sobre su propia y única conciencia cuando merecería quizás ser compartida por todos mediante una Consulta.

Lo que más agraviante me resulta, Rafael, es que usted tenga que poner a Guayaquil como centro de todos los males que afectan a la República. Guayaquil fue fundada hace casi cinco siglos como puerto y a esta condición le debe su fuerza motriz y su razón de ser. Retrasar deliberadamente los trabajos de dragados por otros tantos años más es torpe e inaudito, y responde a un diseño que conduce a quitar a esta ciudad su título de Puerto Principal para el 2038, justo cuando cumplirá 500 años de fundada.  Eso equivaldría a diseñar un Quito despojado de su honor  y beneficios de ser Capital de la República, o a Cuenca su título o orgullo de considerarse Atenas del Ecuador.

Atentamente

Henry Raad


Nota; le cedo este mismo espacio o blog  para cualquier réplica, pero si me menciona en la sabatina me debería dar el mismo espacio y entonces tendré la suerte de volver a estrechar su mano.

martes, 6 de agosto de 2013

El PUERTO DE GUAYAQUIL analizado 14 años atrás


Por considerar de interés general en estos momentos, me permito reproducir una entrega publicada en diario El Telégrafo, cuando este no era servil. Observen el retroceso que ha sufrido Guayaquil, no por falta de visión, sino por las fallas funcionales de una Junta Cívica que se auto extinguió cuando se dejó absorber por el Alcalde Jaime Nebot, siendo este personaje quien ahora reclama la decisiones de un mal guayaquileño como lo es Rafael Correa Delgado.

!Hoy ni siquiera Puerto Lucía pertenece a esta provincia!




PUERTO LUCIA

El Telégrafo "sin temor ni favor"

Henry Raad

12 de septiembre de 1999

La declaración de Puerto Lucía es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos cumplir los sueños, las aspiraciones y los deseos de los habitantes de esta región. Sin autonomía nosotros no entraremos siglo 21.  De Puerto Lucía se deriva un renovado mandato a la Junta Cívica de Guayaquil  para que actúe con mayor valentía  en el manejo público de un tema que hasta ahora ha sido manejado con cierto pudor y recatada prudencia. 

El encuentro Cívico por Guayaquil realizado en Puerto Lucía el fin de semana pasado  fue convocado para analizar las perspectivas de esta ciudad frente a su entorno. Debo confesar que acudí atemorizado por la tendencia al desencuentro existencial que suele caracterizar a los hijos de esta cálida y exuberante provincia. Tuve pánico ante la posibilidad de encontrarme atrapado y salir frustrado por haber participado o hecho parte de otra torre de Babel, esta vez construida por el propio temperamento de quienes bregamos en estos cálidos parajes.

El encuentro fue propiciado por la Junta Cívica de Guayaquil  y manejado por cuatro fundaciones que tenían el encargo de entregar su resultado mediante la aplicación de una metodología programada para evitar la dispersión de pensamientos. Cincuenta guayaquileños hablando sobre las complejidades de Guayaquil era algo realmente difícil de manejar, sobre todo si no estamos habituados a estos ejercicios multidisciplinarios que luchan contra el reloj, el cansancio, y la exuberante forma individual de ser de cada uno de los habitantes de esta región.

En una primera instancia las conclusiones fueron lógicas y fáciles de obtener. El elemento agua es un factor natural y preponderante que obliga a concluir que durante el siglo XXl y en tiempos de globalización comercial los esfuerzas de esta región deben salir al encuentro de la Cuenca del Pacífico, y en cuanto a productividad, debe agregar valor industrial a la actividad agrícola que  se deriva de la explotación de la Cuenca del Guayas. Se habló de desarrollo humano del habitante de la región y de la necesidad de mejorar cualitativa y técnicamente la actividad agrícola, buscando en la industrialización de esta actividad una vía indispensable para elevar el nivel de las remuneraciones en el campo, y así mitigar la migración hacia la gran ciudad.

El competidor natural de Guayaquil como puerto mirando hacia el Pacífico es Callao, gozando esta ciudad el privilegio de ser prácticamente parte de la capital del Perú. Si Guayaquil no logra desarrollar su puerto hasta convertirlo en uno de aguas profundas irá perdiendo importancia continental, más aun si a esto se suma la disminución de su tráfico aéreo planificada por la DAC. En definitiva Guayaquil debe orientar sus esfuerzos para mejorar su infraestructura como puerto aéreo y marítimo, y debe, además, esmerarse en presentarse ante el mundo como una ciudad potente y trabajadora. Dentro del tema de la imagen de Guayaquil ante el país y fuera de él, se habló de la mala labor informativa que ejercen los medios de comunicación que destacan la página roja como primer titular, lo cual incide y retroalimenta el problema de la inseguridad y la violencia. También se concluyó que el desarrollo del turismo interno e internacional debe enfocarse hacia las playas cambiando aquella caracterización tradicional que el Ecuador ha manejado respecto a recalcar al indio folclórico de la serranía, al páramo, y a lo colonial para manejar la identidad y el marketing de todo el Ecuador. Los paquetes turísticos organizados por Metropolitan Tours que explotan a las Galápagos, Quito y Machupichu, tienen un sabor a traición, sobretodo si olvidan crear y sostener un segmento turístico relacionado a la vacación en playas y sol, que atraen a quienes viven en climas fríos y carentes de esa libertad existencial que significa el encuentro de la arena suave con las olas del mar tropical.

La exposición que el Ing. Pedro Aguayo hizo sobre los logros, avances y perspectivas que ha alcanzado CEDEGUE en cuanto al desarrollo de la cuenca del Guayas, fue altamente satisfactoria. La exposición fue coronada, durante el refrigerio, con la degustación de patatas producidas en la península y que al saborearlas tienen para mí un enorme agregado simbólico emocional. En honor a ello me he prometido mandar este nuevo producto de las generosas tierras de la península, cuando entren en su fase de explotación comercial, a Italo Ordoñez en Cuenca y a Alfredo Pinoargote en Suiza,(era embajador en Ginebra) sendos opositores al proyecto del desarrollo de la cuenca, cuando por pasión política atrasaron su evolución que felizmente hoy es una realidad que empieza a germinar.

Lo importante de la reunión de Puerto Lucía, que en ningún momento pretendió semejarse a las presuntuosas y petulantes intenciones de Cusín, (lugar donde se reunió las elite serrana para planificar la centralización total)  fue que desde un primer instante y desde el análisis de cualquier punto de vista que se enfocaba las posibilidades de  desarrollo de la región, afloró constantemente la necesidad de encontrar la autonomía de la provincia. Existe la certeza de que el régimen centralista, sumado al natural sentimiento regionalista capitalino que lo administra,  desarrolla un sistema empresarial parasitario que indirectamente frena, impide y obstaculiza el desarrollo de otras regiones donde el concepto de riqueza se fundamenta en una actividad privada y verdaderamente productiva.

En Puerto Lucía prevaleció un sentimiento de unión, fraternidad y entendimiento que duró 18 horas en sesiones de trabajo realizadas en un marco arquitectónico maravilloso construido frente al mar. La atmósfera espiritualmente pura. Apenas se notó el débil y avergonzado empeño de alguien interesado en que el tema de la autonomía no trascendiera en el acta resolutiva. Se disiparon totalmente los temores que tenía yo para escribir una entrega que temí la semana pasada hubiese podido titularse  “Torre de Babel 2”. La declaración de Puerto Lucía es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos cumplir los sueños, las aspiraciones y los deseos de los habitantes de esta región. Sin autonomía nosotros no entraremos siglo 21.  De Puerto Lucía se deriva un renovado mandato a la Junta Cívica  de Guayaquil para que se envalentone más en el manejo de un tema que hasta ahora ha sido llevado con cierto pudor y recatada prudencia. 



lunes, 29 de julio de 2013

¿QUE PASÓ CON LAS AUTONOMÍAS?



TOMADO DE GKILL CITY 




El concepto de las llamadas autonomías surge en la Constitución de España de 1978. Fue César Coronel Jones, un prestigioso catedrático de la U. Católica de Guayaquil quien comienza a difundirlo en su cátedra. Es un término intermedio entre el federalismo y el estatismo atosigante implementado por el Generalísimo Franco allá en el Madrid absolutista. Quienes comprendimos la idea comenzamos a usar esa mágica atracción que el término autonomías ejerce en Guayaquil en reemplazo de esos verbos indefinidos como lo son  “descentralizar y desconcentrar” que resultan vacuos y puramente burocráticos. Se evitaba así evocar la palabra separatista que está implícita en aquella frase impresa en el escudo de la ciudad que dice “Guayaquil Independiente”. Ya era tarde para eso que se le fue de las manos a J.J. Olmedo porque, siendo poeta, no supo manejar las armas.

Fue el matemático Juan José Illingworth –cuando estuvo a cargo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEN) durante el gobierno de Sixto Durán-Ballén– quien destapa y publica cifras estadísticas respecto a la realidad del país en el Censo de 1.990. Ahí quedó gráficamente demostrado la inequidad regional. Esos  indicadores eran: agua potable y aguas servidas, energía eléctrica, teléfono, escolaridad, camas hospitalarias. Se elaboran mapas de pobreza que destapan la cloaca y logran que la palabra “autonomías” prenda con fuerza incontenible por la indignación en Guayas.

La Consulta Popular celebrada en el Guayas del 23 de enero del 2.000 donde se logra un 94% de la votación a favor de las autonomías. También, avanzando en zancadas, debo mencionar la Marcha de las Autonomías celebradas el 23 de enero 2008 que coincidió, ocho años más tarde, con la fecha del  pronunciamiento del Guayas en la citada Consulta.
Jaime Nebot mide fuerzas con el nuevo Gobierno, y convoca a una impresionante marcha, cuyo objetivo era  dar apoyo a otra marcha que simultáneamente se dirigía a Montecristi, a presentar una tesis autonómica para que sea discutida durante la elaboración de la nueva Constitución de la República. Esa marcha fue frenada y disuelta por la policía en el sitio llamado La Cadena, que está ubicado en donde la provincia de Manabí alinderaba con la todavía provincia completa del Guayas. Fue una jornada ferviente que ya no ha vuelto a repetirse. Fue el clímax. La Constitución de Montecristi salió capada en esta materia de equidades geográficas. El centralismo salió fortificado.

El problema de las marchas pro autonomías no es organizarlas, sino lo que debe seguir después. Jaime Nebot no pensaba en ello pues galopaba en su caballo de batalla con aquello de la autonomía al andar.  Nada de teorías sino de practicidad para asumir la carne sin hueso que ofrecía la oportunidad  y así logra la construcción del nuevo aeropuerto de Guayaquil, el Terminal Terrestre el Registro Civil y sus slogan de “más seguridad”, “más salud”, “más ciudad”, lo cual le dio muchos réditos por la visibilidad que otorga el cemento, la arquitectura y el adecentamiento urbano. Era una modalidad aplicada a la capacidad de Nebot de mantener sus espacios en la pragmática y compleja realidad política del Ecuador. Una modalidad que despertaba la furia del régimen. La Junta Cívica del Guayas se mimetiza detrás de las faldas del líder socialcristiano y la ciudad queda a merced de lo que Jaime Nebot logre hacer. Todo lo conceptual se derrumbó y se escabulló detrás del super alcalde, sin considerar los peligros y avatares que la política entraña. Y pasó lo que pasó. Rafael Correa se afianzó a nivel nacional, y comenzó ejecutar obras de cemento en la ciudad, por encima y sin sincronizar de la autoridad municipal, ni aún en lo más primario, como lo es el uso de suelos. Adecua sedes gubernamentales a donde le viene en gana a espaldas de los permisos municipales o construye avenidas para acceso a las zonas invadidas.

El Presidente Correa, ya afianzado en el poder comienza a enfilar verbalmente en sus sabatinas contra la Junta Cívica de Guayaquil y crea la Junta Cívica Popular, presidida por el gobernador de la provincia, Roberto Cuero, un dirigente barrial que tenía a su orden a una masa de ciudadanos que tenía  la potencialidad amenazante de organizar disuasiones callejeras no controlada por la policía que el mismo Gobernador manejaba.  Ya no solo se fustigaba a los llamados pelucones ubicados en Samborondón, sino que se arremetía contra cualquier disidencia . El  29 de diciembre del 2009 caen presos Giancarlo Zunino y Félix Pilco –presidente y expresidente de la Nueva Junta Cívica de Guayaquil– por portar carteles  que eran transportados para una manifestación que nunca se llegó a dar. Los carteles declaraban a Correa persona no grata en Guayaquil.  El perfil de poca tolerancia y abusos de poder bajo una publicidad nunca antes vista en la república, amedrentan  y no solo que aplaca el discurso del Guayas sino que lo ponen fuera de la agenda. La autonomía es él y con dedicación, talento y empeño, controla todos los rincones de las antes distintas funciones del Estado. Despliega una muy amplia obra pública por encima del alcance  municipal; se convierte en el Gran Alcalde viajero y con 37 ministerio se entromete en todas las esferas posibles. Si el aeropuerto de Tababela no estaba bajo la esfera de alguien supeditado y tan vinculado a su partido como lo es el alcalde de Quito, Augusto Barrera, hubiese hecho lo que era necesario hacer en ese momento: rediseñarlo todo.

Mientras tanto en la Senplades se teje y se maneja el diseño de un férreo control burocrático, con la espera de que un gobierno de tecnócratas, maneje centralizadamente todas las intimidades del poder. Ellos calculan que eso sucederá en cualquier momento cuando las vacas flacas lleguen.  Los burócratas son como la cucarachas que sobreviven a todo.  Por ahí ronda el proyecto COOTAD que pretende un rediseño total de la geopolítica del Ecuador, dejando a las provincias solo para efectos  folklóricos y creando jurisdicciones de escritorio ajenas al sentido de pertenencia regional. 
Durante estos seis años ya transcurridos del gobierno de Rafael Correa, la Capital asumió mucha más centralidad derivada alimentada por el petróleo y por el crecimiento de una aparato público muy mejorado salarialmente y expandido hasta el último rincón del quehacer nacional. La Capital pasó de largo a ser el centro económico del Ecuador y ya siente como la juventud preparada en Guayaquil y en otras ciudades del país emigran a la Capital en busca de insertarse en el todo estatal. Para el 2020 la Capital superará en población a Guayaquil y, si la actual proyección política económica se mantiene, el sector público global superará con largueza a la economía privada, y en eso a sabiendas que gran parte de ella será dependiente del Estado y contratada por este gigante que se alimenta bajo eso que ellos denominan “cambio de matriz productiva” que es una de las principales herramientas de la famosa Revolución del siglo 21 y que consiste en la transferencia de la economía privada al sector público.
Otro hecho a destacar es cómo entidades que nada tienen que ver con la geopolítica y las vivencias históricas del Ecuador, como el Consejo Nacional Electoral, subdivide las ciudades y las provincias a su antojo, sin que medie otro factor aglutinante que el derivado del cálculo  electoral  derivado de método de asignación de los asambleístas y concejales. Las parroquias como concepto pierden su razón de ser.
Así logran centrifugar al Ecuador por encima de cualquier deseo autonómico que quiera brotar. La ley de reestructuración territorial  contemplada en la COOTAD fue de las primeras que tenía preparada la Senplades, y está rellenada de términos engañosos y pomposos como  denominar “Entidades Autónomas Descentralizadas”  a los Municipios y Consejos Provinciales. Realmente no son autónomos y se usa el término solo para camuflar una rígida reglamentación llena de detallas que contiene esa ley  y que subordina a las autoridades locales a placer de lo planificado por la Senplades, órgano centralizador con mas presupuesto que muchas provincias del Ecuador. 
Pero las autonomías responden a un sentimiento de autoestima personal y regional. Estarán ahí, latentes por encima de cualquier fórmula que tarde o temprano decantarán por gravedad. A mi criterio las autonomías no han muerto. Duermen esperando que la burbuja política y económica estallen, y entonces resurgirán con inusitada violencia. El Generalísimo Franco intentó aplastar  a Cataluña. Hoy los catalanes están a pocos centímetro de llegar, debido a la crisis, más lejos de lo que ellos mismos imaginaron. Guayaquil siguió adelante luego de la Revolución Juliana, de los Gobiernos Militares, y de los tantos incendios y contrariedades históricas que la forjaron.  No se si viva para contarlo, pero si vivo para describir lo que inevitablemente sucederá.


viernes, 21 de junio de 2013

CARTA A JAIME




Jaime;

Soy un guayaquileño ya fatigado de tanto serlo. Más que cansado, soy un guayaquileño ya sin sueños. Cuarenta y cinco años radicado en este gran poblado y luchando con la pluma por y para soñar, porque si uno no sueña, prácticamente ha muerto. He sido activista combativo con la pluma y me entrometí en los quehaceres cívicos desde todos los ángulos posibles. Desde la Cámara de Comercio en 1.982 inicié una tarea cívica larga y sostenida. Logré como novato desesperado que se ubicaran 500 rústicos maceteros al cuidado de cada comerciante ubicado a lo largo de lo que en ese entonces se llamaba Boulevard 9 de Octubre. Abdalá llego a la alcaldía y los mandó a botar en alguna parte. Ya los jóvenes no se recuerdan, y de nada sirve  traer a tiempo presente la cantidad de vicisitudes que anduvimos desde la Operación Guayaquil Protesta, que culminó políticamente con el desfile del yucazo, cuando te fotografiaron dando la señal del tubérculo a la caravana que la presidía Rodrigo Borja una vez que decidió por la fuerza pública tomarse la Avenida 9 de Octubre, un 9 de octubre.  Me involucré en la Cámara de Industrias donde tuve la sensación de lo cívico se confunde con lo gremial, sin darse cuenta que el gremio vive y se desarrolla en una ciudad.

Fui uno de los inspiradores y fundadores de la Junta Cívica, cuyo activismo se derritió al calor de las llamadas Fundaciones y  de las simples coyunturas. La mejor gesta que tuvo la Junta Cívica fue la proclama de Puerto Lucía, cuando nadie se imaginaba que Santa Elena se iba desmembrar a causa del mismo centralismo que Guayas proclamaba como enemigo de su propio desarrollo. En esa agenda de hace 20 años se traza una hoja de ruta que iba desde el puerto de aguas profundas, el dragado del Guayas, el aeropuerto intercontinental   y el impedir que la zona norte fuese bloqueada  por invasiones porque esa era su salida natural al mar y el espacio de reserva para un desarrollo urbanístico que ya se deslumbraba iría a Samborondón, donde tu actualmente vives una vez que abandonaste ese barrio tan cariñoso como bello que es el Barrio Centenario. El primero en ser regenerado hace 1o años ya.  Samborondón resultó un disparate urbanístico con complicidad de los “miamiquileños” que se acostumbraron a la arquitectura de la Florida, pero sin la prevención para reservar espacios como para darse a sí mismos accesos vehiculares. Urbanizaciones tipo jaula de oro. Burbujas dentro de burbujas. Un “yo” o por encima del “nosotros”. Un bien común muy pequeñito, diría yo que ha desguayaquileñizado a este otrora Puerto Principal

Propuse públicamente la candidatura de León para que se lance a la alcaldía. Fui su concejal durante ochos años. Trabajé silenciosamente y mi trabajo fue construir ordenanzas simplificadoras bajo el concepto de hacer del Municipio un amigo y no un laberinto inexpugnable de trámites. Escribí, escribí y escribí porque eso me place. Renuncié, como concejal, a viáticos y prebendas. Siendo un ejecutivo empresarial, cosa que me pesa como lastre al hacer el inventario de mi vida, buscaba soluciones cívicas y poéticas para una ciudad cuyo clima nunca deja de ser hostil para quienes la habitan. Guayaquil es cálida para el alma y poco importa que lo sea para el cuerpo.  Jaime, se que a ti no te gustan los plumíferos porque consideras que perdemos el tiempo. Tu eres de obras; ahí está el aeropuerto, la terminal terrestre, el Registro Civil, la regeneración urbana, la Metrovía y muchas cosas más. ¿Pero sin plumíferos acaso una ciudad vive?  ¿O quieres un país a lo Correa lleno de coreógrafos pero sin almas libres para decir cuanto quieran? En las urnas triunfaran las obras en cemento, los adoquines y los casas de los cerros pintadas de celeste, verdoso o rosado, pero estas viven, se anhelan, se inspiran en los poetas que joden con sus letras.

León nos hizo soñar con un Guayaquil mejor. Tomaste la posta y aportaste  con esmero sobresaliente durante los primeros años. Luego de a poco todo comenzó a sentirse cansina la tarea. La burocracia se instaló en el Palacio Municipal. Convocaste a marchas desafiantes y ahí estuvimos con el puño cerrado dando respaldo. Las autonomías al andar se destornillaron. Había que volver a trasmitir sueños a una generación nueva que ha caído rendida a los pies de Correa, sin darse cuenta que para él Guayaquil no cuenta sino como territorio político y electoral.  Vive en el avión ambulante del poder total. Él no tiene porqué ser un urbanista, pero el Alcalde sí tiene que serlo por intermedio de los mejores directores municipales que puedan contratarse. El equipo de trabajo actual está desgastado. No aportan con poemas que encandelillen a los nuevos votantes que posiblemente se sienten ya despojados de la herencia que yo creía habíamos dejado sembrada en cuando a  eso de soñar y soñar.

Escribo desde mi ocaso pero escribo porque sueño. Mi Guayaquil ha quedado en los recuerdos. Una inmensa foto del Malecón 2.000 es mi ventana del ayer, y la veo congelada desde esta cárcel donde permanezco encerrado en una mole de edificios, empresariales se llaman, donde la avidez por el dinero lo ha convertido en un hacinamiento urbano, porque no ha habido funcionario municipal alguno que haga normas de construcción para obligar los espacios de parqueos suficientes y los accesos para  aliviar la congestión  al tránsito que tarde o tendrá se tapona.  Desarrollo y modernidad sí. Pero sentido común también.

Algo anda mal, estimado Jaime , porque lo que los urbanistas municipales llaman desarrollo está en manos de unos cuantos constructores y empresarios VIP que se pelean por ubicar sus centros comerciales uno encima de otro. ¿Y después no entienden porqué el tráfico se bloquea?  Los atascamientos son inevitables en las ciudades actuales, pero por eso mismo la previsión y las medidas preventivas tienen que multiplicarse para no llegar a tener que anular pasos a desnivel construidos desde el tiempo de León. Estamos remendando en la desesperación por encontrar salida de un salsipuedes construidos por la incapacidad o imposibilidad de planificar la urbe.

Por ahora no sigo, mi estimado Jaime. Este es un prólogo, aunque para ti debe ser ya una señal de alarma respecto a lo que sucederá en el próximo mes de febrero cuando vayamos a las urnas, pero ya sin sueños. Los votantes no viven de ayeres sino de sueños, y para eso estamos los plumíferos que lastimosamente desprecias, como todos los que asumen el poder. ¡Es inevitable, al parecer!