TOMADO DE GKILL CITY
El concepto de las llamadas autonomías surge en la
Constitución de España de 1978. Fue César Coronel Jones, un prestigioso
catedrático de la U. Católica de Guayaquil quien comienza a difundirlo en su
cátedra. Es un término intermedio entre el federalismo y el estatismo
atosigante implementado por el Generalísimo Franco allá en el Madrid
absolutista. Quienes comprendimos la idea comenzamos a usar esa mágica
atracción que el término autonomías ejerce en Guayaquil en reemplazo de esos
verbos indefinidos como lo son
“descentralizar y desconcentrar” que resultan vacuos y puramente
burocráticos. Se evitaba así evocar la palabra separatista que está implícita
en aquella frase impresa en el escudo de la ciudad que dice “Guayaquil
Independiente”. Ya era tarde para eso que se le fue de las manos a J.J. Olmedo
porque, siendo poeta, no supo manejar las armas.
Fue el matemático Juan José Illingworth –cuando estuvo a
cargo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEN) durante el
gobierno de Sixto Durán-Ballén– quien destapa y publica cifras estadísticas
respecto a la realidad del país en el Censo de 1.990. Ahí quedó gráficamente
demostrado la inequidad regional. Esos
indicadores eran: agua potable y aguas servidas, energía eléctrica,
teléfono, escolaridad, camas hospitalarias. Se elaboran mapas de pobreza que
destapan la cloaca y logran que la palabra “autonomías” prenda con fuerza
incontenible por la indignación en Guayas.
La Consulta Popular celebrada en el Guayas del 23 de enero
del 2.000 donde se logra un 94% de la votación a favor de las autonomías.
También, avanzando en zancadas, debo mencionar la Marcha de las Autonomías
celebradas el 23 de enero 2008 que coincidió, ocho años más tarde, con la fecha
del pronunciamiento del Guayas en la
citada Consulta.
Jaime Nebot mide fuerzas con el nuevo Gobierno, y convoca a
una impresionante marcha, cuyo objetivo era
dar apoyo a otra marcha que simultáneamente se dirigía a Montecristi, a
presentar una tesis autonómica para que sea discutida durante la elaboración de
la nueva Constitución de la República. Esa marcha fue frenada y disuelta por la
policía en el sitio llamado La Cadena, que está ubicado en donde la provincia
de Manabí alinderaba con la todavía provincia completa del Guayas. Fue una
jornada ferviente que ya no ha vuelto a repetirse. Fue el clímax. La
Constitución de Montecristi salió capada en esta materia de equidades
geográficas. El centralismo salió fortificado.
El problema de las marchas pro autonomías no es
organizarlas, sino lo que debe seguir después. Jaime Nebot no pensaba en ello
pues galopaba en su caballo de batalla con aquello de la autonomía al
andar. Nada de teorías sino de
practicidad para asumir la carne sin hueso que ofrecía la oportunidad y así logra la construcción del nuevo
aeropuerto de Guayaquil, el Terminal Terrestre el Registro Civil y sus slogan
de “más seguridad”, “más salud”, “más ciudad”, lo cual le dio muchos réditos
por la visibilidad que otorga el cemento, la arquitectura y el adecentamiento
urbano. Era una modalidad aplicada a la capacidad de Nebot de mantener sus
espacios en la pragmática y compleja realidad política del Ecuador. Una
modalidad que despertaba la furia del régimen. La Junta Cívica del Guayas se
mimetiza detrás de las faldas del líder socialcristiano y la ciudad queda a
merced de lo que Jaime Nebot logre hacer. Todo lo conceptual se derrumbó y se
escabulló detrás del super alcalde, sin considerar los peligros y avatares que
la política entraña. Y pasó lo que pasó. Rafael Correa se afianzó a nivel
nacional, y comenzó ejecutar obras de cemento en la ciudad, por encima y sin
sincronizar de la autoridad municipal, ni aún en lo más primario, como lo es el
uso de suelos. Adecua sedes gubernamentales a donde le viene en gana a espaldas
de los permisos municipales o construye avenidas para acceso a las zonas
invadidas.
El Presidente Correa, ya afianzado en el poder comienza a
enfilar verbalmente en sus sabatinas contra la Junta Cívica de Guayaquil y crea
la Junta Cívica Popular, presidida por el gobernador de la provincia, Roberto
Cuero, un dirigente barrial que tenía a su orden a una masa de ciudadanos que
tenía la potencialidad amenazante de
organizar disuasiones callejeras no controlada por la policía que el mismo
Gobernador manejaba. Ya no solo se
fustigaba a los llamados pelucones ubicados en Samborondón, sino que se
arremetía contra cualquier disidencia . El
29 de diciembre del 2009 caen presos Giancarlo Zunino y Félix Pilco
–presidente y expresidente de la Nueva Junta Cívica de Guayaquil– por portar
carteles que eran transportados para una
manifestación que nunca se llegó a dar. Los carteles declaraban a Correa
persona no grata en Guayaquil. El perfil
de poca tolerancia y abusos de poder bajo una publicidad nunca antes vista en
la república, amedrentan y no solo que
aplaca el discurso del Guayas sino que lo ponen fuera de la agenda. La
autonomía es él y con dedicación, talento y empeño, controla todos los rincones
de las antes distintas funciones del Estado. Despliega una muy amplia obra
pública por encima del alcance
municipal; se convierte en el Gran Alcalde viajero y con 37 ministerio
se entromete en todas las esferas posibles. Si el aeropuerto de Tababela no
estaba bajo la esfera de alguien supeditado y tan vinculado a su partido como
lo es el alcalde de Quito, Augusto Barrera, hubiese hecho lo que era necesario
hacer en ese momento: rediseñarlo todo.
Mientras tanto en la Senplades se teje y se maneja el diseño
de un férreo control burocrático, con la espera de que un gobierno de
tecnócratas, maneje centralizadamente todas las intimidades del poder. Ellos
calculan que eso sucederá en cualquier momento cuando las vacas flacas
lleguen. Los burócratas son como la
cucarachas que sobreviven a todo. Por
ahí ronda el proyecto COOTAD que pretende un rediseño total de la geopolítica del
Ecuador, dejando a las provincias solo para efectos folklóricos y creando jurisdicciones de
escritorio ajenas al sentido de pertenencia regional.
Durante estos seis años ya transcurridos del gobierno de
Rafael Correa, la Capital asumió mucha más centralidad derivada alimentada por
el petróleo y por el crecimiento de una aparato público muy mejorado
salarialmente y expandido hasta el último rincón del quehacer nacional. La
Capital pasó de largo a ser el centro económico del Ecuador y ya siente como la
juventud preparada en Guayaquil y en otras ciudades del país emigran a la Capital
en busca de insertarse en el todo estatal. Para el 2020 la Capital superará en
población a Guayaquil y, si la actual proyección política económica se
mantiene, el sector público global superará con largueza a la economía privada,
y en eso a sabiendas que gran parte de ella será dependiente del Estado y
contratada por este gigante que se alimenta bajo eso que ellos denominan
“cambio de matriz productiva” que es una de las principales herramientas de la
famosa Revolución del siglo 21 y que consiste en la transferencia de la
economía privada al sector público.
Otro hecho a destacar es cómo entidades que nada tienen que
ver con la geopolítica y las vivencias históricas del Ecuador, como el Consejo
Nacional Electoral, subdivide las ciudades y las provincias a su antojo, sin
que medie otro factor aglutinante que el derivado del cálculo electoral
derivado de método de asignación de los asambleístas y concejales. Las
parroquias como concepto pierden su razón de ser.
Así logran centrifugar al Ecuador por encima de cualquier
deseo autonómico que quiera brotar. La ley de reestructuración territorial contemplada en la COOTAD fue de las primeras
que tenía preparada la Senplades, y está rellenada de términos engañosos y
pomposos como denominar “Entidades
Autónomas Descentralizadas” a los
Municipios y Consejos Provinciales. Realmente no son autónomos y se usa el
término solo para camuflar una rígida reglamentación llena de detallas que
contiene esa ley y que subordina a las
autoridades locales a placer de lo planificado por la Senplades, órgano
centralizador con mas presupuesto que muchas provincias del Ecuador.
Pero las autonomías responden a un sentimiento de autoestima
personal y regional. Estarán ahí, latentes por encima de cualquier fórmula que
tarde o temprano decantarán por gravedad. A mi criterio las autonomías no han
muerto. Duermen esperando que la burbuja política y económica estallen, y
entonces resurgirán con inusitada violencia. El Generalísimo Franco intentó
aplastar a Cataluña. Hoy los catalanes
están a pocos centímetro de llegar, debido a la crisis, más lejos de lo que
ellos mismos imaginaron. Guayaquil siguió adelante luego de la Revolución
Juliana, de los Gobiernos Militares, y de los tantos incendios y contrariedades
históricas que la forjaron. No se si
viva para contarlo, pero si vivo para describir lo que inevitablemente
sucederá.
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