domingo, 18 de agosto de 2013

CARTA A RAFAEL CORREA



No me dirijo al Presidente de la República. Me dirijo al ecuatoriano común que tiene un encargo que cumplir por un mandato ciudadano en un momento  histórico determinado.

Me ha tocado la extraña suerte, sin ser cabildero, de haber estrechado la mano de muchos de los presidentes o jefes de Estado que se han sucedido en este país. A usted se la estreché cuando era un reciente candidato y acudió a una reunión de los jueves con los denominados “autonomistas” en el restaurante BonPain. Su locuacidad convenció a la mayoría de los presentes. En buena parte porque, además, el candidato opositor, Alvarito, es un tanto negado en el don de la palabra y rehuía a reuniones como éstas.

Usted se manifestó pro autonómico y se identificó con nuestras propuestas porque quedó en claro que no tenían dejo separatistas y se concentraban en lograr una efectiva equidad y proporcionalidad en la redistribución del presupuesto nacional, considerando la densidad regional y con fundamento en los índices de pobreza establecidos en base de los Censos Nacionales.  Este fenómeno se atribuía al fuerte sistema presidencialista que hemos heredado desde el tiempo de la colonia, multiplicado por el activismo burocrático en beneficio de su lugar de residencia.

Hoy, en su gobierno, los municipios han sido mutilados por la cantidad de ministerios que operan en cada área y porque, con su accionar directo, usted los aplasta por la inmensidad del presupuesto que maneja y por su especial esmero como capataz de cada programa. No hay mínimas autonomías seccionales  para entes que se conforman mediante elecciones, lo cual es una burla a la institucionalidad que las regiones merecen.

Sus costosos Gabinetes Itinerantes, más la habilidad política de su Secretaría de Comunicación, han diluido la sensación de inequidad regional y su Gobierno se ha dado el lujo de inaugurar edificaciones públicas muy mejoradas a lo largo y ancho del país. Parecen catedrales y templos construido para engrandecer al Estado, nueva religión vigente, de la cual usted se asemeja a Jesús o Mahoma, guardando las distancias. La buena vialidad es otro factor que ha dado especial brillo a sus ya seis años en el ejercicio de un Mandato que está rompiendo récords históricos en cuanto a concentración personal de poder y a estabilidad política. Todo esto apoyado en una moneda extranjera y en momentos comerciales muy favorable en el contexto internacional, sin quitar sus muchos aciertos en cuanto a decisiones que permitieron fluir dinero hacia adentro y crear un ambiente de crecimiento, no por productividad, sino por consecuente celeridad en la demanda al recibir más liquidez por parte del Estado. Fácil entra, fácil sale, es la regla en el manejo de los gastos públicos y privados. Es inevitable porque en la economía entra en juego la naturaleza humana.

Su padre debe ser de mi misma generación. Nací durante la invasión peruana. Viví y me educaron con eso  de “Tumbes, Marañón o la guerra”. He visto los cambios que el Ecuador ha experimentado. Lastimosamente su administración se ha caracterizado por despreciar a sus mayores y eso es un error y una ofensa para quienes pusimos nuestro grano de arena. Su Gobierno debería tener contacto y respeto con esa herencia y proyectarla a una modernidad para no caer en los que los hermanos Castro han dilatado como modelo, ahora agonizante. Oír es un arte y escuchar una sabiduría. Alejarse un tanto del grupo de sumisos colaboradores no deliberantes, que es la sensación que emana de su gabinete aterrado en no contradecirle. Así podrá ver mejor el bosque y eso, además, impide que las matas de cizaña devoren a los árboles o les impidan crecer con el esplendor debido. La ventaja de tener una prensa opositora es que ayuda a gobernar porque los colaboradores deben cuidarse de no cometer errores. Usted es honrado pero le aconsejo no poner la mano más allá de lo que suponga. Pero de ahí a silenciar a la prensa sistémicamente hay una profunda diferencia. Claro que hay prensa corrupta, pero no debe ser reemplazada con “no-prensa”. En resumen es en eso en lo que se convierte la prensa pública controlada al milímetros por aquéllos que, en lugar de controlar, deberían ser los controlados por la opinión pública. Debe haber mano dura con la triangulación de poderes que es donde suelen caer los empresarios de la comunicación y también los empresarios políticos.  Duro con ellos, pero los periodistas deben poder equivocarse si no existe mala fe o intereses personales, aunque sí deben y pueden tener sus propias preferencias políticas o doctrinarias afines o distintas a las suyas.

¿Que porqué le dirijo esta carta? Simplemente porque usted tiene dificultades para aceptar o considerar el punto de vista ajeno cuando esto le significa la pérdida de un ápice de su popularidad. Por esta vía electrónica usted no podrá verse afectado electoralmente,  pero tendrá la oportunidad de leer la opinión de un ciudadano que no pertenece a ese círculo de poder que orbita a su alrededor en forma de mini satélites o “pegasos”.  Ojalá Fernando Alvarado le haga leer estas palabras en un momento de serenidad, suya y de él, porque él también parece ya estar contaminado de ese veneno dulce que el poder inevitablemente inyecta. Era un hombre sencillo y ya no lo es. En comunicación no se puede ser dogmático. Debe saber que toda verdad tiene dos lados como la tienen las medallas o las monedas. El poder tiende a ser abusivo en el manejo de la palabra, sin que eso signifique que quien lo ejerce sea una mala persona, sino que en su caso, el temperamento le aísla muchas veces de la equidad de juicio. Y como cada sabatina tiene usted que predicar como evangelista, es una presa fácil de quien le documenta su agitada agenda. Usted es un buen Presidente, pero lo puede hacer mejor, mucho mejor. Mi obligación es recordárselo o al menos poder decirlo.

Es evidente que debe subir el precio del gas y de la gasolina. Pero es evidente desde hace mucho rato. Es un paso gigante anunciarlo pero realmente se debió ya iniciar un aumento gradual y muy paulatino para poder graduar el shock inflacionario y especulativo que, sea como sea, vendrá por el aumento de precios que generará en TODO el sistema económico, quiéralo o no. No es cuestión de pobres y de ricos. Es cuestión de que la economía funciona así. La opción contraria es la fórmula cubana; combatir el consumo incluso de productos vitales.

Dura decisión la suya la de traicionar principios verdes puros que le ayudaron en la recaudación de votos. Entiendo que se ha visto obligado a dar prioridad a la recaudación de papeles verdes. Lo del Yasuní duele en la conciencia de muchos ecuatorianos que quedamos fulgurados por la maravilla natural que sus publicistas e Ivonne Baki, desvelaron ante nosotros. Una pena, pero no comprendo su apuro y velocidad para imponer su criterio. Toda revolución es un proceso que triunfa si encuentra su propio equilibrio, y usted, explotando Yasuní, está ayudando a saltar etapas para beneficiar SU PRESIDENCIA. Finalmente, usted lo sabe, la decisión pesa sobre su propia y única conciencia cuando merecería quizás ser compartida por todos mediante una Consulta.

Lo que más agraviante me resulta, Rafael, es que usted tenga que poner a Guayaquil como centro de todos los males que afectan a la República. Guayaquil fue fundada hace casi cinco siglos como puerto y a esta condición le debe su fuerza motriz y su razón de ser. Retrasar deliberadamente los trabajos de dragados por otros tantos años más es torpe e inaudito, y responde a un diseño que conduce a quitar a esta ciudad su título de Puerto Principal para el 2038, justo cuando cumplirá 500 años de fundada.  Eso equivaldría a diseñar un Quito despojado de su honor  y beneficios de ser Capital de la República, o a Cuenca su título o orgullo de considerarse Atenas del Ecuador.

Atentamente

Henry Raad


Nota; le cedo este mismo espacio o blog  para cualquier réplica, pero si me menciona en la sabatina me debería dar el mismo espacio y entonces tendré la suerte de volver a estrechar su mano.

martes, 6 de agosto de 2013

El PUERTO DE GUAYAQUIL analizado 14 años atrás


Por considerar de interés general en estos momentos, me permito reproducir una entrega publicada en diario El Telégrafo, cuando este no era servil. Observen el retroceso que ha sufrido Guayaquil, no por falta de visión, sino por las fallas funcionales de una Junta Cívica que se auto extinguió cuando se dejó absorber por el Alcalde Jaime Nebot, siendo este personaje quien ahora reclama la decisiones de un mal guayaquileño como lo es Rafael Correa Delgado.

!Hoy ni siquiera Puerto Lucía pertenece a esta provincia!




PUERTO LUCIA

El Telégrafo "sin temor ni favor"

Henry Raad

12 de septiembre de 1999

La declaración de Puerto Lucía es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos cumplir los sueños, las aspiraciones y los deseos de los habitantes de esta región. Sin autonomía nosotros no entraremos siglo 21.  De Puerto Lucía se deriva un renovado mandato a la Junta Cívica de Guayaquil  para que actúe con mayor valentía  en el manejo público de un tema que hasta ahora ha sido manejado con cierto pudor y recatada prudencia. 

El encuentro Cívico por Guayaquil realizado en Puerto Lucía el fin de semana pasado  fue convocado para analizar las perspectivas de esta ciudad frente a su entorno. Debo confesar que acudí atemorizado por la tendencia al desencuentro existencial que suele caracterizar a los hijos de esta cálida y exuberante provincia. Tuve pánico ante la posibilidad de encontrarme atrapado y salir frustrado por haber participado o hecho parte de otra torre de Babel, esta vez construida por el propio temperamento de quienes bregamos en estos cálidos parajes.

El encuentro fue propiciado por la Junta Cívica de Guayaquil  y manejado por cuatro fundaciones que tenían el encargo de entregar su resultado mediante la aplicación de una metodología programada para evitar la dispersión de pensamientos. Cincuenta guayaquileños hablando sobre las complejidades de Guayaquil era algo realmente difícil de manejar, sobre todo si no estamos habituados a estos ejercicios multidisciplinarios que luchan contra el reloj, el cansancio, y la exuberante forma individual de ser de cada uno de los habitantes de esta región.

En una primera instancia las conclusiones fueron lógicas y fáciles de obtener. El elemento agua es un factor natural y preponderante que obliga a concluir que durante el siglo XXl y en tiempos de globalización comercial los esfuerzas de esta región deben salir al encuentro de la Cuenca del Pacífico, y en cuanto a productividad, debe agregar valor industrial a la actividad agrícola que  se deriva de la explotación de la Cuenca del Guayas. Se habló de desarrollo humano del habitante de la región y de la necesidad de mejorar cualitativa y técnicamente la actividad agrícola, buscando en la industrialización de esta actividad una vía indispensable para elevar el nivel de las remuneraciones en el campo, y así mitigar la migración hacia la gran ciudad.

El competidor natural de Guayaquil como puerto mirando hacia el Pacífico es Callao, gozando esta ciudad el privilegio de ser prácticamente parte de la capital del Perú. Si Guayaquil no logra desarrollar su puerto hasta convertirlo en uno de aguas profundas irá perdiendo importancia continental, más aun si a esto se suma la disminución de su tráfico aéreo planificada por la DAC. En definitiva Guayaquil debe orientar sus esfuerzos para mejorar su infraestructura como puerto aéreo y marítimo, y debe, además, esmerarse en presentarse ante el mundo como una ciudad potente y trabajadora. Dentro del tema de la imagen de Guayaquil ante el país y fuera de él, se habló de la mala labor informativa que ejercen los medios de comunicación que destacan la página roja como primer titular, lo cual incide y retroalimenta el problema de la inseguridad y la violencia. También se concluyó que el desarrollo del turismo interno e internacional debe enfocarse hacia las playas cambiando aquella caracterización tradicional que el Ecuador ha manejado respecto a recalcar al indio folclórico de la serranía, al páramo, y a lo colonial para manejar la identidad y el marketing de todo el Ecuador. Los paquetes turísticos organizados por Metropolitan Tours que explotan a las Galápagos, Quito y Machupichu, tienen un sabor a traición, sobretodo si olvidan crear y sostener un segmento turístico relacionado a la vacación en playas y sol, que atraen a quienes viven en climas fríos y carentes de esa libertad existencial que significa el encuentro de la arena suave con las olas del mar tropical.

La exposición que el Ing. Pedro Aguayo hizo sobre los logros, avances y perspectivas que ha alcanzado CEDEGUE en cuanto al desarrollo de la cuenca del Guayas, fue altamente satisfactoria. La exposición fue coronada, durante el refrigerio, con la degustación de patatas producidas en la península y que al saborearlas tienen para mí un enorme agregado simbólico emocional. En honor a ello me he prometido mandar este nuevo producto de las generosas tierras de la península, cuando entren en su fase de explotación comercial, a Italo Ordoñez en Cuenca y a Alfredo Pinoargote en Suiza,(era embajador en Ginebra) sendos opositores al proyecto del desarrollo de la cuenca, cuando por pasión política atrasaron su evolución que felizmente hoy es una realidad que empieza a germinar.

Lo importante de la reunión de Puerto Lucía, que en ningún momento pretendió semejarse a las presuntuosas y petulantes intenciones de Cusín, (lugar donde se reunió las elite serrana para planificar la centralización total)  fue que desde un primer instante y desde el análisis de cualquier punto de vista que se enfocaba las posibilidades de  desarrollo de la región, afloró constantemente la necesidad de encontrar la autonomía de la provincia. Existe la certeza de que el régimen centralista, sumado al natural sentimiento regionalista capitalino que lo administra,  desarrolla un sistema empresarial parasitario que indirectamente frena, impide y obstaculiza el desarrollo de otras regiones donde el concepto de riqueza se fundamenta en una actividad privada y verdaderamente productiva.

En Puerto Lucía prevaleció un sentimiento de unión, fraternidad y entendimiento que duró 18 horas en sesiones de trabajo realizadas en un marco arquitectónico maravilloso construido frente al mar. La atmósfera espiritualmente pura. Apenas se notó el débil y avergonzado empeño de alguien interesado en que el tema de la autonomía no trascendiera en el acta resolutiva. Se disiparon totalmente los temores que tenía yo para escribir una entrega que temí la semana pasada hubiese podido titularse  “Torre de Babel 2”. La declaración de Puerto Lucía es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos cumplir los sueños, las aspiraciones y los deseos de los habitantes de esta región. Sin autonomía nosotros no entraremos siglo 21.  De Puerto Lucía se deriva un renovado mandato a la Junta Cívica  de Guayaquil para que se envalentone más en el manejo de un tema que hasta ahora ha sido llevado con cierto pudor y recatada prudencia.