Por considerar de interés general en estos momentos, me permito reproducir una entrega publicada en diario El Telégrafo, cuando este no era servil. Observen el retroceso que ha sufrido Guayaquil, no por falta de visión, sino por las fallas funcionales de una Junta Cívica que se auto extinguió cuando se dejó absorber por el Alcalde Jaime Nebot, siendo este personaje quien ahora reclama la decisiones de un mal guayaquileño como lo es Rafael Correa Delgado.
!Hoy ni siquiera Puerto Lucía pertenece a esta provincia!
PUERTO LUCIA
El Telégrafo "sin temor ni favor"
Henry Raad
12 de septiembre de 1999
La declaración de Puerto Lucía
es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos
cumplir los sueños, las aspiraciones y los deseos de los habitantes de esta
región. Sin autonomía nosotros no entraremos siglo 21. De Puerto Lucía se deriva un renovado mandato
a la Junta Cívica de Guayaquil para que actúe con mayor valentía en el manejo público de un tema que hasta ahora ha sido manejado
con cierto pudor y recatada prudencia.
El encuentro Cívico por Guayaquil realizado en
Puerto Lucía el fin de semana pasado fue
convocado para analizar las perspectivas de esta ciudad frente a su entorno.
Debo confesar que acudí atemorizado por la tendencia al desencuentro
existencial que suele caracterizar a los hijos de esta cálida y exuberante
provincia. Tuve pánico ante la posibilidad de encontrarme atrapado y salir
frustrado por haber participado o hecho parte de otra torre de Babel, esta vez
construida por el propio temperamento de quienes bregamos en estos cálidos
parajes.
El encuentro fue propiciado por la Junta Cívica de Guayaquil y manejado por cuatro fundaciones que tenían el encargo de entregar su
resultado mediante la aplicación de una metodología programada para evitar la
dispersión de pensamientos. Cincuenta guayaquileños hablando sobre las
complejidades de Guayaquil era algo realmente difícil de manejar, sobre todo si
no estamos habituados a estos ejercicios multidisciplinarios que luchan contra
el reloj, el cansancio, y la exuberante forma individual de ser de cada uno de los habitantes de esta región.
En una primera instancia las conclusiones
fueron lógicas y fáciles de obtener. El elemento agua es un factor natural y
preponderante que obliga a concluir que durante el siglo XXl y en tiempos de
globalización comercial los esfuerzas de esta región deben salir al encuentro
de la Cuenca del Pacífico, y en cuanto a productividad, debe agregar valor
industrial a la actividad agrícola que
se deriva de la explotación de la Cuenca del Guayas. Se habló de
desarrollo humano del habitante de la región y de la necesidad de mejorar
cualitativa y técnicamente la actividad agrícola, buscando en la
industrialización de esta actividad una vía indispensable para elevar el nivel
de las remuneraciones en el campo, y así mitigar la migración hacia la gran
ciudad.
El competidor natural de Guayaquil como puerto
mirando hacia el Pacífico es Callao, gozando esta ciudad el privilegio de ser
prácticamente parte de la capital del Perú. Si Guayaquil no logra desarrollar
su puerto hasta convertirlo en uno de aguas profundas irá perdiendo importancia
continental, más aun si a esto se suma la disminución de su tráfico aéreo
planificada por la DAC. En definitiva Guayaquil debe orientar sus esfuerzos
para mejorar su infraestructura como puerto aéreo y marítimo, y debe, además,
esmerarse en presentarse ante el mundo como una ciudad potente y trabajadora.
Dentro del tema de la imagen de Guayaquil ante el país y fuera de él, se habló de
la mala labor informativa que ejercen los medios de comunicación que destacan la
página roja como primer titular, lo cual incide y retroalimenta el problema de
la inseguridad y la violencia. También se concluyó que el desarrollo del
turismo interno e internacional debe enfocarse hacia las playas cambiando
aquella caracterización tradicional que el Ecuador ha manejado respecto a
recalcar al indio folclórico de la serranía, al páramo, y a lo colonial para
manejar la identidad y el marketing de todo el Ecuador. Los paquetes turísticos
organizados por Metropolitan Tours que explotan a las Galápagos, Quito y
Machupichu, tienen un sabor a traición, sobretodo si olvidan crear y sostener
un segmento turístico relacionado a la vacación en playas y sol, que atraen a
quienes viven en climas fríos y carentes de esa libertad existencial que significa
el encuentro de la arena suave con las olas del mar tropical.
La exposición que el Ing. Pedro Aguayo hizo
sobre los logros, avances y perspectivas que ha alcanzado CEDEGUE en cuanto al
desarrollo de la cuenca del Guayas, fue altamente satisfactoria. La exposición
fue coronada, durante el refrigerio, con la degustación de patatas producidas
en la península y que al saborearlas tienen para mí un enorme agregado
simbólico emocional. En honor a ello me he prometido mandar este nuevo producto
de las generosas tierras de la península, cuando entren en su fase de
explotación comercial, a Italo Ordoñez en Cuenca y a Alfredo Pinoargote en
Suiza,(era embajador en Ginebra) sendos opositores al proyecto del desarrollo de la cuenca, cuando por
pasión política atrasaron su evolución que felizmente hoy es una realidad que
empieza a germinar.
Lo importante de la reunión de Puerto Lucía,
que en ningún momento pretendió semejarse a las presuntuosas y petulantes
intenciones de Cusín, (lugar donde se reunió las elite serrana para planificar la centralización total) fue que desde un primer instante y desde el análisis de
cualquier punto de vista que se enfocaba las posibilidades de desarrollo de la región, afloró
constantemente la necesidad de encontrar la autonomía de la provincia. Existe
la certeza de que el régimen centralista, sumado al natural sentimiento
regionalista capitalino que lo administra,
desarrolla un sistema empresarial parasitario que indirectamente frena,
impide y obstaculiza el desarrollo de otras regiones donde el concepto de
riqueza se fundamenta en una actividad privada y verdaderamente productiva.
En Puerto Lucía prevaleció un
sentimiento de unión, fraternidad y entendimiento que duró 18 horas en sesiones
de trabajo realizadas en un marco arquitectónico maravilloso construido frente
al mar. La atmósfera espiritualmente pura. Apenas se notó el débil y avergonzado
empeño de alguien interesado en que el tema de la autonomía no trascendiera en
el acta resolutiva. Se disiparon totalmente los temores que tenía yo para
escribir una entrega que temí la semana pasada hubiese podido titularse “Torre de Babel 2”. La declaración de Puerto
Lucía es simple, categórica. Se resume en una frase; sin autonomía no podremos cumplir los sueños, las aspiraciones y los
deseos de los habitantes de esta región. Sin autonomía nosotros no entraremos
siglo 21. De Puerto Lucía se deriva
un renovado mandato a la Junta Cívica de Guayaquil para que se envalentone más en el manejo de un tema que
hasta ahora ha sido llevado con cierto pudor y recatada prudencia.
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