Publicado
por Henry Raad en domingo, octubre 23, 2011
Difícil desafío entrar a analizar un capítulo triste de nuestra historia
nacional que todavía no se cierra luego de 23 años de vigencia mediática. Juzgo
desde la óptica de quien siguió los eventos ya con visión adulta, y no cómo la
juzgan los jóvenes de ahora que parten de premisas manoseadas. También opino
que siempre es mejor enterrar a los muertos física y psicológicamente para que
su sombra no perturbe el devenir de quienes quedan en vida. No se puede ni debe
vivir en duelo o luto eternamente. Pueden y deben
sobrevivir siempre las lecciones de vida que una experiencia nos deje, pero
para que esto suceda se necesita tener la verdad
completa, fría y sin cálculo. Y en este caso no la tenemos todavía debido
posiblemente a que la contaminaron con la política y el dinero.
Creo que la familia Restrepo en su dolor irreparable ha seguido con el caso
pese a la sentencia que condenó a varios culpables, y al cobro de un importante
cantidad de dinero por indemnizaciones por parte del Estado. Un millón de
dólares si mal no recuerdo. De esa manera el escenario quedó fijado en Yambo
donde supuestamente fueron extraviados los cuerpos de dos mártires de nuestras
falencias policiales. Allí en esa laguna negra y tenebrosa se realizaron
búsquedas infructuosas y ahora incluso el Presidente Correa nos acaba de decir
que la vaciará hasta encontrar los restos mortales. Conociéndolo debo suponer que hablaba en serio. Sin duda la política y la politiquería
enturbian todo.
Inesperadamente la
semana pasada el escenario se trasladó a una fosa común en el cementerio El
Batán. Ojalá que luego no se impugne a quienes analizarán el ADN de tantas
osamentas y se siga así el caso indefinidamente como una eterna herida abierta
y gangrenada.
A mi entender los hechos fueron tan simples como comunes en tantos lugares
del mundo. Si el cuerpo colegial está conformado por
personas reclutadas al azar y sin referentes académicos ni éticos, es casi
imposible que no se cometan atropellos, torpezas y crímenes. El mal endémico de
nuestra policía está en su calidad de vida, sus sueldos, su preparación en
cuando al concepto de los derechos humanos y prácticas de investigación. El
esquema está desbalanceado. Mueren más agentes del orden al año que asesinos y
la memoria de estos cae en el olvido ciudadano. Ser policía es una profesión
ingrata. En compensación de esas falencias ellos se auto protegen con un
sentimiento de grupo y lealtades jerárquicamente establecidas y no se atreven a delatar a uno de los suyos porque saben que
sin ese espíritu de cuerpo corre peligro su profesión y oficio e incluso su
integridad misma. Sin duda que en el caso Restrepo, como en decenas de otros
casos anónimos u olvidados, hubo una cadena de ocultamientos que impidieron
llegar a que lo obvio sea lo oculto, y nos hayamos sumergido en la laguna con
el afán de sepultar el caso. Esta pudo ser la coartada fabricada por Hugo
España, quien ahora vive en Inglaterra luego de una corta pasantía en la
cárcel. Yambo era un perfecto agujero negro. Se pagó la compensación a la
familia quien al aceptarlo validaba la teoría al menos ante la opinión pública.
El documental “Mi corazón en Yambo” tiene la virtud de que está nacido de
un alma pura como luce ser la de su autora quien vivió desde la infancia
envuelta en la tragedia. No he visto el film,
ni mucho me apetece verlo porque cuando voy al cine busco distraerme, y el caso
Restrepo me perturba. Tengo hijos, tengo hermanos y familiares que corren
peligro diario si no a manos de la policía directamente, si de la delincuencia. No hay mucha diferencia entre morir en manos de unos o de otros. La
inseguridad es un tema que ha afectado nuestra forma de vida y nos ha llenado
de temores. Pero el documental
coincide con una etapa muy delicada para la institución policial luego de los
acontecimientos del 30 de septiembre, la misma que ahora, resucitado el caso,
involucra a un jefe de su Estado Mayor. Me estremezco ante la sola posibilidad
de que las cosas no sean simple coincidencia sino parte de un entramado para
impulsar los cambios drásticos que el Gobierno desea dentro del esquema de las
fuerzas del orden y su deseo de crear una agencia de seguridad civil encargada
de investigar, y que esta agencia dependa de la misma Presidencia o una
modalidad de servicio secreto. No sé si acaso el documental solo reavivó la
fogata, o si es parte de una nueva trama de raíces
profundamente políticas. ¡Dios no lo quiera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario