Publicado
por Henry Raad en domingo, junio 24, 2012
“Porque nada tenemos, todo lo haremos”
reza al pie, si acaso esto de rezar cabe citar sin causar una polémica de gran
magnitud. Un espacio arrancado al Internet por unos adictos al atrevimiento, al
irrespeto, al cuestionamiento total, a la ocurrencia, a la literatura, a la
irreverencia, a la ruptura, a la contra ruptura y a todo eso junto a la vez. No por
ello dejan, todos y cada uno de ellos, de tener vivacidad en cuanto a ese logro
existencial que significa pensar. Sobra profundidad. Falta inhibición. Es un
sitio alegre, a veces melancólico disfrazado de patán. La
literatura fluye de tal manera que incluso las palabras de grueso calibres,
esas que no es usan en sociedad, irrumpen a la hora de la “descarga” y Andrés
Crespo las recita con naturalidad y sentimiento como si fueran tomadas de su
propio poemario existencial.
Muchos de ustedes posiblemente hayan
seguido o escuchado de GKILL CITY, aunque estoy seguro que estos en su gran
mayoría deben ser personas relativamente jóvenes o de al menos una o dos
generaciones menores a la mía. Y por eso me estoy dirigiendo a ellos para
invitarlos a sintonizar a GKILL CITY en Internet. Es fácil. Pidan a sus hijos o
nietos que les ubique, mediante el buscador aquel que se llama Google, y luego
marquen el sitio entre los favoritos, para que cada semana se den una visita
por ahí y entiendan que hay toda una corriente o torrente de pensamiento, una
forma de actuar y otro modo de pensar al que estamos habituados los que ya
somos algo mayorcitos de edad.
No estoy validando todo lo que allí se
dice porque realmente me metería en un enredo y contradicciones con los
contenidos que usualmente suelo plasmar. Digo que me alimento, que me influye,
que me hace reír, que simpatizo con ese desaire que se hace a todo lo
convencional. Lastimosamente en mi juventud no había un mecanismo como el que
GKILL CITY ofrece para desahogarme y crecer mejor, y esto significa ser más
frondoso, menos rectilíneo, más ocurrido, y así divertirme más.
Soy testigo de cómo esta idea comenzó
hace un año, y la cara de rareza que puse cuando oí el nombre extraño con el
cual habían acordado bautizar a la experiencia digital. Les observé que
entrometer eso de “kill” y enredarlo con el nombre de esta ciudad, era un
desperfecto cívico. Ni caso me hicieron, y por cierto que entre ellos si hay
mucho de “kill” porque se matan entre sí en duras discusiones en las cuales no
participo porque siendo nocturnas, me considero un entrometido generacional.
Además no bebo ni me alucino, cosa que debería hacer para llegar a ese nivel no
porque ellos lo hagan, sino porque en estas circunstancias yo necesitaría
combustible extra para no desentonar.
Ha pasado un año de todo eso. Y les he
visto crecer. Sé de las penurias, de los agobios y de las vicisitudes. Sé de
las satisfacciones que sienten. Sé que están de festejo y la noche del sábado
23 de junio no pude asistir a su fiesta aniversario, en Las Peñas como
corresponde. Debí asistir a una boda y a estas alturas existenciales no puedo
dejar de ser algo convencional.
Pero desde este rincón les doy aliento.
Un aplauso particular a José María León, a Fernando Ampuero, a ese curioso
personaje que resulta ser Xavier Flores. A Andrés Crespo y a su desfachatada,
natural y auténtica manera de ser. No se debe dejar de dar los méritos a ese
silencioso equipo de filmación; a esa bella Nadya Donoso “coordinadora” que
impone orden a tanto desorden; al equipo completo, amén de la treintena de
colaboradores que escriben y participan con entusiasmo vital.
GKILL CITY es una prueba de que el
talento prima sobre el capital. Les auguro suerte en eso de conseguir apoyo
financiero aunque al momento ya son parte de una leyenda urbana de esta ciudad,
y lo más importante: disfrutan de lo que hacen y hacen disfrutar anteponiendo
ocurrencias y libertad a eso que se adquiere con el dinero convencional.
Comentarios [1]
excelente comentario. saludos. rym
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