martes, 14 de mayo de 2013

REVOLUCIÓN CON CORCHO



REVOLUCION CON CORCHO

Publicado por Henry Raad en domingo, noviembre 20, 2011

 comentario 1

En casi cinco años de gobierno, que Rafael Correa los cumplirá el 15 de enero del 2.012, se habrá gastado unos mil millones de dólares en difundir la palabra “revolución”, y los llamados demócratas todavía no entienden que, cuando una revolución está en marcha, la juridicidad es como un simple traje de los tantos que se tiene en el armario. Los modistas que preparan el vestuario se hallan muy ocupados en esto. Corcho Dior ha hecho un excelente trabajo como valet y Alexis se ha dado abasto para diseñar el ajuar necesario y a la medida. 

La Constitución de Montecristi fue el traje de boda con sus velos, adefesios y peinados que hacían ver a la novia con sus mejores encantos. La luna de miel ya dura cinco años y la revolución no termina de sacarse todavía la ropa íntima. Un striptease que todavía atrae a un sesenta por ciento de quienes siguen esperando el total de la lujuria. Para algunos la revolución, en su danza de los siete velos, demuestra un resultado ambiguo e incluso ya hay quienes dudan de su género. Los de izquierda la ven de derecha, los de la derecha la ven de izquierda porque no alcanzan a ver lo que hay en su pleno centro. Y es que eso de los travestis también cuenta en temas de género. Recién van a profundizarla, se dice, pero hasta el momento siguen los calentamientos previos y las promesas vivas bajo el ritmo de una democracia publicitaria. Me permito sospechar que el novio prefiere vivir en ese estado revolucionario permanente sin llegar a otra meta que la de gobernar por gobernarnos. La meta no es llegar a procrear una familia con instituciones vigorosas, sino gozar de la danza previa al calor de una melodía publicitaria que le permite mantener entretenida la lujuria de los votantes cautivos. 

Una revolución es un cambio o transformación radical respecto al pasado inmediato e implica una ruptura de un orden establecido. En ese sentido si estamos frente a un gobierno dispuesto a levantar polvareda. Una revolución incruenta porque no se ha ejercido otra violencia que la verbal de los sábados, mas las judiciales, sin contar los muertos del 30 de septiembre. Pero la revolución parece tener su meta y su fin en Rafael Correa y en su perpetuación en el cargo sin un marco institucional que lo sujete. No hay juridicidad ni el intento real de que lo haya. Todo es variante de acuerdo a las necesidades básicas insatisfechas de quien se ha coronado como emperador vigoroso. Con Red Bull como auspiciante y apenas con 48 años a cuestas, Rafael Correa encarna la revolución toda y no hay sucesores a la vista. El Vicepresidente que era la cara amable y afable, ha sido puesto de lado. Tampoco hay indicios de que vayamos a una institucionalización sino de la revolución por sí misma. Así que amigos juristas, no pierdan el tiempo citando textos legales. 

En cinco años tenemos un Parlamento que no legisla ni fiscaliza sino que es un apéndice del poder ejecutivo; una función judicial colgando de los hilos burocráticos; un centenar de instituciones públicas con capacidad de administrarse en estado de emergencia; un presupuesto a la carta; un Presidente omnipresente y omnímodo; un Consejo Electoral con burocratitos seleccionados a gusto. Hay tanto revuelo y polvareda institucional que al menos yo me confieso en un estado de confusión total como para orientarme debidamente y peor para orientarlos a ustedes. 

Posiblemente hacía falta implementar cambios y la única manera de hacerlo era o es de la forma autoritaria a la que nos hemos ya habituado. Nos hemos acostumbrado a tener miedo al Presidente, a los delincuentes que tienen más privilegios que antes, a la gelatina o inseguridad jurídica, al estado de confusión permanente respecto al sistema legal que nos rige mediante el cual no hay otra instancia que el poder de un hombre que se siente predestinado a tener la última palabra. No me acostumbro todavía a la zozobra jurídica, a la guardia pretoriana que cuida de Rafael Correa, a las cadenas nacionales que irrumpen y atropellan, a la persecución judicial, a una exacción fiscal a la carta. No me rasgo las vestiduras por aquello de la libertad de prensa porque si existía un régimen de abusos y preferencias, pero tampoco tolero al sistema de prensa pública que la tenemos enfrente en aberrante estado de sumisión al dueño del circo, y cuidando las espaldas de todos los errores que se cometen en el quehacer cotidiano de la administración pública. No me acostumbro al manejo de miles de millones de dólares con conexiones venezolanas, iraníes o chinas que me infunden un sabor de poca o ninguna transparencia. No comparto la idea de que el Estado sea el motor de la economía y que la mejor opción para los jóvenes sea convertirse en funcionarios públicos y la peor opción la de convertirse en emprendedores. 

Una conclusión si la tengo clara. No es compatible un Estado en revolución permanente, con un sistema jurídico que garantice y sustente lo que tenemos ahora y que es una democracia electoral vengativa y revanchista. Seguiremos así, en eterno estado de zozobra revolucionaria, mientras los electores no entiendan que la institucionalidad es al fin de cuentas el único mecanismo para alcanzar el desarrollo. La revolución no es un meta. No la publiciten si quieren realmente un Ecuador que funcione. La revolución con corcho no es revolución tampoco. 

Etiquetas: Polémica, Política

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1 comentarios: 

@trinitosto dijo... 


"La anarquía dura 3 minutos" dice Tina Zerega. Cuánto tiempo tomará que la revolución llegue a su fin? Correa no habla de un tiempo x para alcanzar el punto de equilibrio del país, sólo que necesita más. Los revolucionarios no se retiran: Son removidos a la fuerza, mueren en su cargo o los matan (esto no es una amenza por si acaso). Tenemos que lograr que en las próximas elecciones no vuelva a ganar con trampa y eso SI LO AFIRMO: No ganó limpiamente y no lo hará otra vez. Ya nadie cree en él, y Esa es su gran necesidad de dinero: Propagandear hasta provocar vómito y diarrea. Y esa, no hay corcho q la detenga. 

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