Publicado
por Henry Raad en domingo, octubre 30, 2011
No creo en ese estribillo de la prensa
corrupta. Es una generalización y por tanto una afirmación corrupta si acaso de
ella se quiere sacar provecho. Hay periodistas de alma transparente, y otros
que detrás de esa pantalla ejercen una gimnasia para calmar sus propias
miserias o alcanzar sus objetivos personales. Pueden haber periodistas
equivocados y otros más o mejor informados aunque se debe recordar que
generalmente la verdad es un punto de vista, porque quien contempla un paisaje
bien puede estar mirando desde otro ángulo muy opuesto donde no se ve una
laguna sobre cuya existencia se está discutiendo. Lo único que debe quedar
claro para el lector ávido de formar sus propias opiniones, es respecto a si un
determinado comunicador trasmite o no esa transparencia de corazón a la que
hago referencia.
Ya sin preámbulos voy directo al grano.
Alfredo Pinoargote no me trasmite ninguna transparencia porque su torva figura
no le ayuda, y no hablo solo en sentido figurado. Mis discrepancias con este
señor son de vieja data y se fueron labrando desde que, como columnista de
diario El Universo, escribió con tanta acidez contra la “colonia” libanesa en
su lucha sin cuartel en contra Abdalá Bucaram en los tiempos en que este
dominaba el escenario del municipio guayaquileño y pretendía llegar a la
presidencia que la llegó a perder en sus dos primeros intentos. Afirmaba que
“la colonia” tenía un plan siniestro para adueñarse del Ecuador y sus riquezas.
Xenofóbico a rabiar, hasta que llegó al poder Abdalá Bucaram en su tercer
intento. Inicialmente consiguió el cargo embajador en Roma por parte de Osvaldo
Hurtado Larrea. Regresó e hizo una campaña de oposición contra León quien lo
trajo de regreso. Su principal materia de combate fue la guerra contra la
construcción de la Perimetral que la encontraba muy ancha a su criterio.
Polemicé por cierto pero no dio frente directo. Carlos Vera dirigía su programa
desde Manavisión en Portoviejo y nos invitó a un debate. Llegué a la capital
manabita puntualmente y Pinoargote no apareció, pese a que había confirmado su
asistencia. Siguieron las antipatías personales reflejando varias situaciones,
hasta cuando manifesté que quien se oponía a la Perimetral era socio de una
empresa que la estaba pavimentando. No se dio por aludido y guardó silencio.
Eran los tiempos ya de Sixto y ser opositor de León traía recompensas por lo
que consiguió sus subsecuente embajada en Europa, ratificada por Abdalá una vez
que la xenofobia se curó por arte de magia. Pinoargote ha convivido con varios
gobiernos y su punto de apoyo ha sido su insurgencia política de la que hace
gala, o su silencio cuando ha sido complacido.
Editor de Vistazo, columnista de El
Universo e íntimo amigo y socio de Carlos Pérez P. ahora pone su hosca imagen y
ojos de estreñido, ante un telepronter supongo, para contrastar la belleza de
Stefi Espín. Las mañanas prefiero a María Josefa Coronel o a Janeth Hinostroza
y así al menos no lastimar alguno de mis ojos. Estoy vacunado contra este
estafilococo de Alfredo Pinoargote quien fue a reemplazar a Carlos Vera una vez
que este fue excomulgado de Ecuavisa para contemporizar con el nuevo
gobernante. Desde allí este hábil político disfrazado de periodista sigue un
doble juego; se opone al gobierno de Correa pero, para amortiguar su postura,
desentierra a León Febres Cordero y lo pone como escudo. Y es por esto que hoy
yo desentierro viejas rencillas para comentar al respecto y manifestar mi
repudio. Ecuavisa puso a Correa en el cargo, y que no trate de lavarse las
manos para evitar el retorno del bumerang y no caer en el vaciado en la que
cayeron los canales de televisión de sus competidoras Isaías. Eso ya no era
periodismo por el cálculo que hubo. Era libre competencia y nada más.
Finalmente he sido un leoncista, mas que
un socialcristiano, y esto no lo voy a negar ahora que los jóvenes viven
sumergidos en Yambo viendo en el espejo de esa negra laguna los fantasmas que
adornan sus figuras de izquierdistas. Guayaquil, sin la intervención de LFC,
fuese igual a Milagro pero diez veces mas grande en su infortunio. Sea como
Presidente o como Alcalde, está ciudad le debe a este personaje lo que le debe,
y si alguien quiera exaltar sus yerros que sí los hubo como los hay hoy en el
gobierno de Correa, que lo haga como historiador pero no desde la tribuna del
periodismo sin respetar el hecho de que ya no puede defenderse porque fue sepultado
luego de que una inmensa muchedumbre le rindió un dolido homenaje en lo que fue
su último acto de masas, de los tantos que Guayaquil le brindó a ese líder.
Pinoargote no va a cambiar. Es tarde para ello. No le
pido que acabe de dibujarse como quiera. Es su privilegio. El mío es salir a
decir lo que digo sin que esto me traiga ningún beneficio.
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