jueves, 9 de mayo de 2013

FANATISMO Y CORDURA


FANATISMO Y CORDURA


Publicado por Henry Raad en lunes, diciembre 27, 2010
 comentario 1


El fanatismo es necesario para darle sabor a ciertos asuntos. No todo pertenece al campo de la cordura. Imaginen un partido de fútbol, estadio lleno, final de campeonato, y que al marcarse el gol determinante en el último minuto los asistentes que pagaron una entrada se queden silentes pese a que en ese momento han triunfado alcanzando una meta largamente disputada semana a semana durante un año completo. ¡Absurdo!  Sin fanáticos que  griten eufóricos, que no pierdan la chaveta, que no se abracen, ni den rienda suelta a su alegría y a sus correspondiente furias, pierde sentido el espectáculo y el fútbol pasa a ser algo insulso donde once jugadores corren en un sentido, contra otros once que corren en sentido contrario detrás de una sola pelota. De ser así al menos deberían estar en cancha una docena de pelotas y no dos docenas de pelotudos, contando con los árbitros, quienes por lo general suelen serlo gane quien gane o pierda quien pierda, peor aún en caso de empate.
El fútbol no es para los cuerdos. Es para la gente que siente emociones y gustan de pasiones fuertes y no entienden otras razones que las que le son favorables. Y si no hay razones válidas incluso con insultos y puños pues a la hora de la hora todos se vuelven intransigentes. La intransigencia es la esencia del fanatismo y sin fanatismo no hay fútbol, ni un sin número de pasiones que se desarrollan desde en una cancha de césped hasta en las sábanas en el colchón  de la cama donde el hombre suele nacer, reproducir y morir, aparte de disfrutar de sus reales sueños y momentos supremos.
El ser humano es  de diseño complicado. Nos pasamos predicando la mesura y la cordura, porque al momento de los momentos los cuerdos y los mesurados terminan aburriendo y aburridos. La vida necesita condimentos. Sin sal, pimienta, ajo y otros untamientos la comida sería un eterno sufrimiento.
Así, como el fútbol sucede en casi todas las faenas. Las unas que aburren porque no me dan lugar a desatar pasiones, y las otras que  hacen vibrar y te obligan a involucrar con más furor, empeño, denuedo o alegría.
Hay otra receta. La del humor que hace de la vida cocción inigualable. Aún en los momentos dramáticos hay espacio para una mueca sardónica o burlesca, un doble sentido picaresco o algo de gracioso porque a la misma vida y a su real absurdo hay que sazonar para que algo de sabor tenga.

   

1 comentarios:
Pedro e Freile m dijo...
28 de diciembre de 2010 15:29  
Disiento totalmente. Precisamente una de las razones por las que he dejado de interesarme por el fútbol es el fanatismo. Ese que descalifica al otro simplemente porque tiene diferentes preferencias. Ese que se deja obnubilar (incluso hasta el asesinato) por algo tan subjetivo como el sentido de pertenencia a un simple equipo deportivo.

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