CARTA A LOS JÓVENES REVOLUCIONARIOS
Publicado por Henry Raad en miércoles,
diciembre 07, 2011
Se me acaba otro año calendario. No se cuantos
me quedan pero creo son ya pocos. He acumulado bastantes y con satisfacción lo
digo porque puedo contarlo ahora tranquilamente cuando ya la ambición descansa.
La ambición desmedida emborracha, enloquece y es por eso que solo los viejos
pueden sentirse serenos como para alcanzar la categoría de sabios. Excepción
hecha, por supuesto, con Rafael el emperador ecuatoriano que si lo acepto como
sabio es porque tiene el poder para mandarme a la cárcel por mi simple
desacato.
Prácticamente he terminado de escribir mi auto
biografía que me ha tomado dos años. Un repaso lento sobre mis experiencias,
escritas con inocencia y crudeza. Con esa inocencia que me caracterizaba cuando
era jovencito como la de esos cara de niños que ahora reforman el sistema
judicial completo, y con la crudeza que puedo hacerlo ahora cuando todo quedó
atrás y la serenidad me lo permite. Mi trabajo literario está prácticamente
terminado aunque mi vida no ha finalizado por aquello de que nadie muere la
víspera. Solo falta que una joven que admiro por su poder mágico en materias
audiovisuales, termine el encargo de diseñar la portada. La carátula realizada
con la juventud y frescura de la flor de un árbol de cerezos, y el contenido
que va haciendo madurar aquel fruto, hasta que finalmente conforme avanzan las
páginas se vuelve negro y picoteado por las aves hasta que finalmente cae al
suelo donde se entierra con pocas posibilidades de convertirse en semilla. Todo
ese proceso de corrosión inevitable me da la autoridad para escribir estas
meditaciones dirigidas a los jóvenes revolucionarios que se creen sabios sin
serlo.
Creen saberlo todo y suponen que su cuarto de
hora durará mil años. Hablan por TV con soltura y se siente unos René Ramírez,
con derecho a planificar hasta cuantos gases puede alguien expulsar luego de
comer o no una guatita, porque hasta eso está planificado por el Estado
diseñado por ellos. Me refiero en general a estos jueces niños, ministros,
funcionarios y tecnócratas de bolsillo que ahora nadan a sus anchas en una
laguna calma, una vez que todas las funciones del Estado en verdad dependen del
vozarrón sabatino. Se sienten protegidos de los vientos que emanan de ese
aliento que se repite de semana en semana, y sus velas se hinchan bajo el
impulso de improperios.
Una de las conclusiones que obtengo de mi
análisis biográfico, y que puede servir de lectura para esos tiernos cachorros
revolucionarios, es que todo se va transformado y que no hay nada que no se
corroa tan rápido como el ser humano encurtido o encubierto en poder absoluto.
Eso sucede incluso en el nivel interno de cada familia. La gran sorpresa a la
hora de hacer el balance de una vida es descubrir como fueron y fuimos
cambiando. Los amigos o compañeros de aquellos ideales que nos mantenían unidos,
suelen terminar desbandados o en el bando contrario conforme van cayendo unos u
otros prisioneros de las debilidades humana. Detrás de la revolución partimos
todos unidos hasta que se van interponiendo la consecución de riquezas, poder o
beneficios.
Jóvenes amigos, revolucionarios ahora
proclamados, miren a su lado y revisen cuantos de los compañeros que conocéis
de toda la vida han cambiado de casa, de vehículo y ahora van a Miami a comprar
carteras finas para regalar quizás a sus mozas. Hijos estudiando en el
extranjero cuando antes tenían las pensiones colegiales atrasadas. Trajes de
marca cuando antes eran dados la vuelta por esos sastres de barrio que todavía
existen. Conforme revisen de a poco, conforme comprueben cuantos de ellos están
emigrando a la vereda de enfrente, a la de los nuevos ricos, significará que la
revolución palidece. Solo hay una manera de impedir ese desgaste natural que
corroe. Se debe lograr siempre cambios pero dentro de un proceso democrático
donde cada cierto período las autoridades sean reemplazadas, y que haya
libertad de prensa y de expresión que aplican frenos al desafuero. Duden y
cuestionen aquello que ahora les embruja haciéndoles creer que el poder
absoluto asegurará los resultados revolucionarios. Duden al menos cuando
incluso se quiere impedir que un parlamentario, soez que sea, quede impedido de
usar la palabra dentro de la Asamblea. No permitan que los asambleístas guarden
silencio y se queden convertidos en corcho, sea taponando lo que convenga
mantenerlo taponado, o flotando por su intrascendencia y falta de peso
específico como amorfas heces fecales.
Jóvenes revolucionarios; No despreciéis la
experiencia del pasado. La humanidad evoluciona en base de acumulación de
conocimientos y acontecimientos. Vosotros sois el músculo, el nervio pero el
ser humano tiene un cerebro donde se almacenan los resultados de las vivencias.
Y este Ecuador y el mundo tienen vivencias y experiencias que intentan ser
echadas al tarro de basura. No os dejéis engañar por novelerías institucionalizadas
como soluciones mágicas, y echando la culpa al pasado como si hubiesen otras
generaciones anteriores que gozaron de ese mismo ideal que ahora os impulsa.
Ese afán de cambiarlo todo solamente sirve para acrecentar el poder absoluto y
prolongar en el tiempo su uso hegemónico .
Jóvenes revolucionarios; seguid en la aventura
de la eterna búsqueda de la sociedad perfecta, pero mirando de reojo cuantos
países andan en otras direcciones o bajo otros modelos de las que ahora se
intenta imponer bajo una presión publicitaria muy costosa. Miren además, y no
de reojo, como cuantos camaradas y amigos de esta aventura ya andan paseando
por la vereda de enfrente rodeados de inusuales lujos, y que son realmente los
adversarios de esta revolución, que como todas, se auto devora inevitablemente
cuando depende de un caudillo y NO se prolongan indefinidamente. No ataquéis a
quienes detractan el proceso, sino a quienes se benefician personalmente de
este.
Mi biografía está escrita y casi terminada. La
vuestra está en plena construcción. Leed estos consejos de tarde en tarde, que
se los dice un viejo que acaba de redactar su propia biografía y ya nada puede
ganar, ni perder.
Etiquetas: Añoranzas, Política, VIDA
4 comentarios:
Christian Ubilla dijo...
11 de diciembre de 2011 16:39
ojalá esta biografía tenga una versión en
libro digital, no dudo que sería una excelente lectura para orientar el camino
de los que deseamos ser ciudadanos útiles y coherentes... salud por una vida
llena de frutos!
"buen" hombre dijo...
11 de diciembre de 2011 17:21
"No permitan que los asambleístas guarden
silencio y se queden convertidos en corcho, sea taponando lo que convenga
mantenerlo taponado, o flotando por su intrascendencia y falta de peso
específico como amorfas heces fecales"
Me he caído al piso de la risa.
Gracias por escribir y espero continúe.
Gaudencio Zurita dijo...
12 de diciembre de 2011 08:16
Excelente mezcla de sabiduría con implícitas
referencias a una de sus mayores atributos, la modestia
Socris dijo...
12 de diciembre de 2011 19:17
Es lo malo de quienes aun estamos viviendo
nuestra biografía...
Pensar que somos el cambio y no PARTE DE ÉL,
si actuáramos en plural (incluyéndonos y formando parte de una verdadera
revolución) Sabríamos que lo que busca el pueblo no es que le solucionen la
vida, sino ser comprendidos y que sus voces sean escuchadas...
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